La portada de la citada publicación, recoge el
citado artículo, del que transcribimos el correspondiente informe:
“Habiéndose
acordado ya por el M.I. Ayuntamiento de nuestra querida Ciudad solicitar del
Excmo. Sr. Obispo Diocesano que eleve al Romano Pontífice las preces oportunas
pidiendo el indulto de la Coronación Canónica para la venerada imagen de
nuestra amadísima Patrona, nos consta que se han recibido en Murcia todos los
documentos y que se está tramitando el expediente necesario para ello.
Para
este objeto se han remitido dos solicitudes: una del Ayuntamiento y Autoridades
y otra del Rdo. Sr. Arcipreste en nombre del Clero, Comunidades, Cofradías y
Asociaciones religiosas de la población.
En
esta última, que es la más extensa, se justifican los tres extremos exigidos
por la Santa Sede para conceder la gracia de la Coronación a una imagen de la
Virgen, a saber, antigüedad, fama de prodigios y devoción arraigada en el
pueblo.
Para
probar la antigüedad se aduce al testimonio de la tradición que señala la fecha
de la aparición en1474 y documentalmente se prueba con la carta del Emperador
Carlos V al Papa Adriano VI, en 1522, en que pide la exención de la iglesia de
Ntra. Sra. De Las Virtudes, edificada 25 años antes.
La
fama de prodigios se demuestra con el testimonio elocuente de las frecuentes y
abundantes limosnas que hacían los fieles de los reinos de Murcia y Valencia
para manifestar su gratitud a la Virgen de las Virtudes por las gracias y
favores extraordinarios que de Ella recibían. Limosnas que debieron ser
cuantiosas, y que motivaron la citada carta de Carlos V al Papa, con objeto de
que no se malograse el fin al que eran destinadas.
Se
prueba esto mismo, con los innumerables exvotos, continuamente renovados, que
llenan una de las capillas del Santuario y singularmente por la especial
protección que dispensa a los pueblos que acuden a Ella y fervorosamente le
invocan en tiempo de peste, según consta por el testimonio de muchos pueblos,
citándose en la solicitud elevada el
caso de Murcia en 1648 en que se llevó a dicha Ciudad, afligida por el azote de
la peste, un manto de la Virgen de las Virtudes, que estuvo expuesto a la
veneración de los fieles en el altar mayor de la Catedral y, habiendo cesado el
contagio, el Cabildo regaló un manto nuevo y gravó los bienes del mismo, con un
censo o pensión anual de seis fanegas de trigo a favor de la Virgen de las
Virtudes, como reconocimiento de la salud que por su poderosa intercesión
consiguió aquella Ciudad y Reino.
Finalmente,
la devoción arraigada del pueblo se prueba con el testimonio citado de las
limosnas, la erección del Santuario, las dos romerías anuales, las fiestas
solemnísimas que todos los años le consagran
y por el hecho del Voto de la Inmaculada Concepción emitido por el Clero
y la Ciudad en el año 1624, día de la Encarnación, en presencia de la venerada
imagen y en manos del Ilmo. Sr. Fray Antonio de Trejo, Obispo de Cartagena.
Con
todos estos datos que se han expuesto a nuestro Reverendísimo Prelado, creemos que quedan suficientemente
demostrados los tres extremos necesarios para que el Romano Pontífice conceda
la gracia de la Coronación Canónica…”.
Las Fiestas actuales,
por Salvador Avellán. Boletín nº 19, de
fecha 1 de marzo de 1923
Este nuevo artículo de D.
Salvador Avellán, es una continuación del publicado en el mes de
noviembre del año anterior. Seguidamente continuamos con el relato del
escritor:
“Desde
la fundación del Santuario venían celebrándose anualmente las dos romerías del
25 de marzo y 8 de septiembre y al fundarse la Esclavitud de la Virgen, se
estableció la del domingo infraoctava de la Natividad de Ntra. Sra. que todavía
se conserva.
Esta
última romería se solemnizó mucho el día 14 de septiembre de 1834, celebrándose
procesión con soldadesca.
Habiendo
sobrevenido el cólera morbo en 1835, se trajo en rogativa la santa imagen y al
terminarse la epidemia, hubo soldadesca en el paseo, en acción de gracias.
En
el año 1837 todavía se celebró en el Santuario la fiesta del 8 de septiembre,
pero al año siguiente se trajo ya la Imagen a la población, siendo devuelta con
gran solemnidad de pólvora.
En
los primeros días de septiembre de 1839 se formó la primera Junta encargada de
los festejos, la cual determinó traer la Imagen el 6 de septiembre y que las
fiestas fuesen 7 y 8 del mismo y llevarla el 9 a su Santuario.
Para
cubrir los gastos de aquellas fiestas se recurrió a celebrar “Vistas”, que
consistían en que colocada la Imagen en el Altar Mayor y presidiendo la mesa
petitoria una comisión, se llevaba a ella la limosna. En las celebradas el 19
de octubre de 1834 se recogieron 13 arrobas de cera, 18 duros y 14 reales.
En
1841 se trajo la Imagen el 6 de septiembre para celebrar las fiestas el 7 y 8
del mismo con soldadesca.
En
el último día se celebra el “Paseo”, que de tiempo inmemorial lleva la misma
ruta que al presente, pues el 2 de agosto de 1756, siendo Obispo de Cartagena
D. Diego de Rojas y Contreras, su Provisor, en vista de las disputas y
discusiones que había sobre las calles por donde había de pasar, mandó que se
efectuase el mismo itinerario que al presente y que aunque alguna vez hubiese
por necesidad de variarse fuese solo por aquella vez, delegando en el Arcipreste
su autoridad para dirimir las dudas.
Dados
estos primeros pasos y celebrándose en Biar ya las fiestas de moros y
cristianos, se empezó a agitar en ésta ese mismo deseo, para lo cual los
entusiastas de ellas recibieron el apoyo de unos y la contrariedad de otros,
hasta que en 1843 se pudo levantar en la Puerta de Almansa el castillo que
hemos conocido y en el cual se leía la siguiente inscripción que se debió
transcribir con una pequeña variante:
A los desvelos y fatigas de Clemente Sáez y Manuel
Fita, se hizo este castillo. Año 1843
Para
recoger los fondos necesarios hubieron los dichos de salir a los campos y hasta
hacer pagar derecho de portazgo a los que iban a las fiestas de Biar.
Seguramente
de este año data la costumbre de traer y llevar la efigie de Mahoma, de Biar a
Villena y viceversa, pues bien por la premura de tiempo o por evitarse más
gastos, debieron pedirla prestada a Biar y desde entonces se trae y se lleva
todos los años, constituyendo esta costumbre un vínculo nuevo de amistad entre
ambos pueblos.
En
1845 solo había dos comparsas, una de Moros y otra de Cristianos, y en 1848 ya
empezaban las fiestas trayendo la Virgen el día 5, aumentándose por lo tanto un
día más de festejos.
Cuándo
se añadió la tercera comparsa no lo he podido averiguar, pero no debió tardar
mucho, pues también salían grupos de enanos y caballos de cartón.
Las
otras comparsas que conocemos y alguna otra desaparecida, nacieron por buen
deseo aunque no todas forman buen contraste con el carácter típico de las
fiestas”.
1 comentario:
Chimo.Extraordinario.!!!!
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