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Itinerarios musicales de Ruperto Chapí, 1881 - 2ª parte


LA MÚSICA ESPAÑOLA: interesante artículo

Antes de ocuparnos de la Sociedad lírico dramática española que se trata de fundar en Madrid para restaurar en lo posible la ópera cómica española, y cuyos trabajos van más despacio de lo que fuera desear por las mismas causas de los fracasos obtenidos anteriormente en cuantas tentativas se ha hecho; antes de entrar en un estudio tan detenido como el que habremos de abordar si dicha Sociedad adquiere algún desarrollo, debemos dar a conocer a nuestros lectores un artículo del crítico granadino Francisco de P. Valladar, cuyas observaciones y razonamientos son de gran valor, aunque la idea que se ha impulsado no llegue a la práctica.

“De la canción—tan antigua como el hombre—nació el diálogo musical. Introducidos aquélla y éste en el teatro griego primitivo, el espectáculo lírico-dramático tuvo en él su origen,  extendiéndose después su dominio por el mundo.
 En las regiones del Norte de España, los celtas, los astures y los cántabros cultivaron la música, y es fama que, especialmente los celtas, fueron muy dados á ella, llegando á tener un arte propio en el que dominaba el tinte melancólico, vago y misterioso que á la música imprime el uso de la tonalidad menor.
Las canciones de los trovadores, los glosadors mallorquines y los juglares, que eran lo mismo cantores que poetas, y las cántigas que aún se conservan (género que el sabio rey Alfonso X cultivó con notable acierto, anticipándose en la construcción melódica no años sino siglos á su época), manifiestan claramente que no era sólo la música religiosa la que en España se conocía y trabajaba en aquella época.
En la región meridional, el arte músico tomó nuevos rumbos desde la invasión de los árabes, cuyos conocimientos musicales, a pesar de las prohibiciones de Mahoma, eran notables por todo extremo , hasta el punto que, según Mr. Tissot, hubo brillantes academias musicales en Granada y en Córdoba. En una palabra: la música española durante la Edad Media consiguió ponerse a más altura que en otros países, tanto en la música profana como en la religiosa.
La música profana, de cuyo desarrollo en España hemos de ocuparnos para probar lo que nos proponemos, no se redujo en nuestro país á los cantos notabilísimos más de una vez de los trovadores. «En nuestro teatro primitivo, hijo del griego, —dice el inolvidable Soriano Fuertes, — había coros en medio de la declamación y de los bailes,» y ya sabemos que las farsas, los diálogos recitados y cantados formaron parte de las fiestas que los señores feudales daban en sus palacios.
En 1475, con ocasión de las bodas de los Reyes Católicos, ejecutóse en España el primer melodrama de que la historia musical hace mención. Después, en 1561, con motivo de unas fiestas reales, Felipe II dispuso la ejecución de un drama musical titulado El Parnaso, música de Mateo Flecha, que comenzaba con una sinfonía, y cuyos personajes eran Apolo, Lino, Orfeo, las nueve Musas, Virgilio y coros.
 Más tarde, cuando Lope de Rueda, Timoneda y otros—á quienes se debe el establecimiento de la escena española de un modo más digno del que ambulante y extraño hasta entonces había arrastrado—aparecieron como precursores de Lope de Vega, de Calderón y de Tirso, la música formó parte del arte escénico español, y en tonadillas, canciones intercaladas en las comedias, bailes, etc., comenzó á popularizarse en nuestra escena.
En el siglo de oro de la literatura patria. Calderón, Lope de Vega y todos los autores dramáticos introdujeron música en sus comedias y dramas, y en 1628 representóse la primera zarzuela en el Real sitio de este nombre, a cuya circunstancia créese que debe su nombre el género. El Jardín de Falerina  y El laurel de Apolo, zarzuelas de Calderón, con música, la primera del maestro Risco y la segunda de Losada y otras muchas, alcanzaron gran boga, y la zarzuela y la tonadilla formaron desde entonces el arte lírico-dramático español.
 Felipe de Anjou, al ser coronado rey de España, introdujo en ella algunos usos y costumbres de la fastuosa corte de su tío Luis XIV. En esta, el italiano Lulli, y Ramen después, organizaban la ópera francesa, aunque sobre la base del género italiano que Lulli cultivó fielmente. Desde esa época, algunas compañías de ópera italiana visitaron la coronada villa, y la afición a los espectáculos lírico-dramáticos desarrollóse en España.
La música española, a pesar de las revueltas políticas, prosiguió su desenvolvimiento, ya final del pasado siglo y en el nuestro, compusiéronse óperas y oratorios. El triunfo de Fael, drama sacro-lírico de Pujol (1745), y San Antonio de Padua en Barcelona; las óperas del célebre cantante y compositor García en París; La cosa rara, ópera de Martin (1803) en la Grande ópera de París; El diablo en Sevilla, de Gomis (1833) en París; El Trocador de Porcel (1843) en Galicia, y otras óperas de estos mismos y de Carnicer, Nadal, Genovés, y después otras de Eslava, Albéniz, Saldoni y Espín, sostuvieron en España y en el extranjero el buen nombre de la música española.
 La representación con gran éxito de una ópera española (1799) del maestro Martin, titulada La isla del Placer, en el coliseo de los Caños del Peral (hoy teatro Real), hizo que en España se pensase seriamente en la ópera española, y los nombres que antes hemos apuntado, prueban que se trabajó para su establecimiento; pero desde que en 1850 fue reconstruido el teatro Real, hasta 1871, en que se representó Marina, la ópera española no había sido escuchada en el Regio Coliseo; bien es verdad que el empresario extranjero Mr. Bagier consiguió de un ministro español que fuera borrada del contrato de arriendo la obligación que se imponía a las empresas, de hacer representar todos los años una ópera española (¡!).
Desde el establecimiento de la zarzuela y su triunfal marcha, hasta que en estos últimos años presenciamos su decaimiento, la historia del arte lírico español es tan conocida, que todos sabemos que los grandes esfuerzos que para establecer la ópera nacional se han hecho, y que los felices ensayos de Arrieta, Chapí, Zubiaurre, Bretón, Llanos y otros no menos entusiastas, han dado ocasión para que algunos críticos proclamen la ópera española; pero nada se ha hecho en resumen.
Ahora bien; por los antecedentes históricos que ligeramente hemos reseñado, queda demostrado que la música profana española ha existido siempre; que en diversas épocas ha llegado a gran altura, y que nuestros músicos han hecho representar sus obra, no solo en patria, sino en extranjeras naciones.
Los impugnadores de la ópera española, han asegurado que España no tiene elementos musicales para crear una melodía y un ritmo con carácter nacional, y si falsas son en su base las afirmaciones de que la música profana no ha existido nunca en nuestra nación, errónea por completo es aquella idea que revela desde luego, ó un acendrado amor a todo lo extranjero, ó una ceguera completa respecto de España. El  inolvidable crítico e historiador musical, don  Mariano Soriano Fuertes, dice en su Reseña histórica sobre las canciones españolas, leída en la sección de Bellas Artes, nombrada para los trabajos de la Exposición universal de Viena: «En las canciones de Andalucía hallareis la gracia, la originalidad y el sentimiento de la música árabe-hispana; en las de Asturias y Castilla, la gravedad de la gótico-cristiana; en las de Cataluña, la de los juglares y trovadores provenzales, y en las de Vizcaya, el carácter primitivo de los primitivos iberos.»
Respecto de la de Aragón dice el distinguido crítico que la jota es «puramente árabe» hasta en su nombre. —Pues bien, nuestras canciones populares y el sentimiento artístico de que a Dios pudo dotar a nuestros artistas músicos, ¿No creen los detractores de la ópera nacional que son elementos muy suficientes, —unidos a una ilustración artística completa, —para crearnos melodías y ritmos con carácter nacional? ¿De qué otros medios disponen la clásica Alemania y la artística Italia? ¿Habrá muchas naciones que, como España tengan tanta variedad melódica y rítmica en sus cantos populares? Y los cantos populares son la fuente de donde nacieron en remotas edades la sencilla canción del pastor y la severa salmodia de la iglesia; la melancólica y apasionada cántiga del trovador y el entusiasta grito de guerra del soldado. «La canción, el canto religioso, el himno, son—dice Soriano Fuertes—el idioma claro y comprensible con que se puede educar y conmover á la clase popular.»
 El Estado puede prestar un gran servicio á la Sociedad lírico-dramática, —cuya instalación saludamos con entusiasmo y respeto, — disponiendo que en todas las provincias se coleccionen los cantos populares para publicarlos después todos reunidos. Del estudio de esa música surgirían la melodía y el ritmo españoles, y música cuyo ritmo y melodía tuvieran carácter nacional no podría titularse sino MÚSICA. ESPAÑOLA".
 FRANCISCO DE P. VALLADAR
Crónica de la música, 07-09-1881

Gran éxito de Chapí en los conciertos del Buen Retiro

Los conciertos de verano del Buen Retiro han terminado el domingo último con un concierto compuesto exclusivamente de música española, o por lo menos de música de compositores españoles.
La orquesta de la Unión Artístico  Musical dirigida desde este verano por el señor  Chapí, en reemplazo del señor Bretón, ha trabajado con fe y buen deseo. Si algunos lunares le han criticado los aficionados, hay que tener en cuenta que veintiocho conciertos en poco más de dos meses exigen muchos trabajos y no pocos ensayos.
El señor Chapí ha merecido los aplausos que el público le ha tributado. En el penúltimo concierto, y después de la ejecución de la notable Fantasía Morisca del mismo señor Chapí que tantas veces ha tenido ocasión el público de aplaudir este verano, regaló el Sr. Ducazcal al joven e ilustrado director una preciosa corona de plata en un elegante estuche.
 En el último concierto dedicado como hemos dicho a música de autores españoles fueron ejecutados los valses Brisas de Otoño de. Sepúlveda, propiedad del editor de Madrid nuestro querido amigo don Carlos Saco del Valle.
 Al terminar la ejecución de la overtura de Roger de Flor, ofrecieron al señor Chapí un precioso estuche conteniendo una cadena de oro, regalo, según creemos, de l orquesta de la Unión Artística, cuyo presidente es el señor Zozaya.

Crónica de la música, 14-09-1881

Reunión de autores dramáticos y compositores en el teatro de la Zarzuela

En el teatro de la Zarzuela se reunieron ayer tarde varios autores dramáticos y compositores con el objeto de estudiar los medios más convenientes para levantar el arte lírico español de la postración en que se halla.
El señor Arderíus, cuya iniciativa en este asunto es digna de loa, manifestó los propósitos que le animan en favor de tan generoso pensamiento y dio cuenta de los trabajos que ha realizado para la formación de una compañía que esté á la altura de las importantes obras que ha de ejecutar en la próxima temporada, la cual se inaugurará con dos zarzuelas de repertorio.
El señor Arderíus cuenta además con varias obras nuevas de los más acreditados autores.
Los señores Arrieta y Barbieri ofrecieron prestar su valioso concurso al pensamiento del Sr. Arderíus.
A la reunión asistieron los señores Sres. Pina (padre e hijo), Lara, Ramos Carrión, Herranz, Álvarez,  Jiménez Delgado, Navarro, Caballero, Marqués, Chapí, Césares y Rubio, y  otros que sentimos no recordar.

Correspondencia Ilustrada, 17-09-1881

La orquesta del congreso de americanistas, dirigida por Chapí

Como ya dijimos, el ayuntamiento piensa obsequiar con una recepción a los extranjeros que asistan al próximo congreso de americanistas.
            La recepción parece que se celebrará el domingo ó martes próximo por la noche, aunque es de creer que sea este último día.
 Al efecto, se está colocando el tablado que ha de constituir el salón principal y adornando las demás dependas, como en la recepción que se verificó cuando lis fiestas del Centenario de Calderón.
La comisión de espectáculos y festejos ha acordado que una escogida orquesta, bajo la dirección del maestro Chapí, amenice la velada, y que los invitados sean obsequiados con un té.
Pasan de mil trescientas las invitaciones repartidas por el Ayuntamiento para la recepción de esta noche. El local está lujosamente adornado y la concurrencia será distinguida. La orquesta será dirigida por el maestro Chapí, la cual ejecutará durante el acto las piezas siguientes: Overtura de Guzmán el Bueno, Bretón; Sueños de amor, Kaulitia;  Fantasía morisca, Chapí; Serenata española, Valle; Fantasía de aires nacionales, Inzenga, y Stefanie, polka, Farbach.

Correspondencia Ilustrada, 22-09-1881; 27-09-1881

Nueva empresa en el teatro de Apolo

Propósitos parecidos a los del Sr. Arderius, pero con más pretensiones, tiene la empresa que se ha constituido en el teatro de Apolo y cuyos trabajos preparatorios son más lentos de lo que fuera de desear, pero van marchando con grandes esfuerzos a fin de inaugurar la temporada si es posible el día 24 de este mes.
 De la compañía que con el título de Ópera española se está contratando, solo se conocen algunos nombres. Exceptuando la señorita Rodríguez, primer premio del Conservatorio, que debutó el año último en el teatro Real, los demás artistas contratados hasta ahora son perfectamente desconocidos, al menos para nosotros. La señorita Bordalba y los señores Caudio y Rotero, se encuentran en este caso. Pero, en fin, que sean buenos artistas que es lo principal, y poco importa lo demás.
Las obras nuevas que se preparan para los principios de la temporada, son la Serenata, de Chapí; Sagunto, de Llanos, y Tasso de Pedrell.

Crónica de la música, 19-10-1881

Chapí dirige la orquesta en el Teatro de Apolo

El teatro de Apolo inaugurará sus funciones con la ópera española en los primeros días de la semana próxima. Las primeras obras que se cantarán son: Sagunto, del maestro Llanos; Tasso, de Pedrell, y La serenata, da Chapí. Este dirigirá la orquesta, que constará de 70 profesores, y los coros estarán á cargo del Sr. Llanos.
Hasta ahora están contratados los artistas siguientes: primeras tiples: señoritas Bordalba, Rodríguez, Espí y Cabrero; contralto, señorita Agudo; tenores, Sres. Francés, Candio  y Retero; barítonos señores Berbén y Sáez, y bajos, señores Martín, Arambarri y Salvá.
 También ha sido contratado un numeroso cuerpo coreográfico.

Correspondencia ilustrada, 20-10-1881

Nueva apertura del Teatro Circo de Mr. Parish

Mañana abrirá sus puertas el teatro-circo de Mr. Parish, con la compañía de Zarzuela dirigida por el señor Cereceda.
 El local, convenientemente, ofrece buen  conjunto, y esto unido á la baratura de los precios, ha de proporcionar buenos resultados a la empresa. Parece que el abono a  las funciones de moda, que se verificarán en los viernes, es ya considerable.
La obra elegida para la función inaugural, es la titulada, Las campanas de  de Carrión.

Correspondencia ilustrada, 22-10-1881

Ruperto Chapí, director de orquesta en el Teatro de Apolo, temporada 1881-82

La compañía de ópera española que actuará en el teatro de Apolo durante la temporada de 1881 a 82 se compondrá de don Ruperto Chapí y don Ricardo Morales, como directores de orquesta y artístico respectivamente.
A continuación viene el detalle de todos los componentes y finaliza con el detalle de los precios para dicha temporada.

La Correspondencia de España, 24-10-1881

Nueva temporada del Teatro de Apolo

El Teatro de Apolo continúa preparándose para su campaña de ópera española.
Mucho celebraremos que llegue á ser tal ópera española; pero, mientras no se demuestre, hablaremos de zarzuela nada más.
La ópera española no se improvisa ni se realiza tan fácilmente por la buena voluntad de algunos. Se necesita el concurso de todos, muchísimo acierto y grandes elementos artísticos.
Seremos los primeros en felicitar sinceramente a los empresarios y a los artistas que se han reunido en el teatro de Apolo, si consiguen lo que se proponen. Pero mientras no se vean hechos evidentes, procuraremos contener nuestro entusiasmo en favor de una idea tan lisonjera, y trataremos modestamente el asunto, hasta para no perjudicar a una empresa y a unos artistas que tienen todas nuestras simpatías, haciendo concebir al público exageradas esperanzas, que siempre son funestas para aquellos en cuyo favor se abrigan.
 Parece que la inauguración será en la presente semana.

Las obras escogidas para empezar son la Serenata, del maestro Chapí; Tasso, del maestro Pedrell, ambas nuevas, y Tierra, del maestro Llanos, ya conocida y aplaudida del público.
Los artistas que figuran en la lista de la compañía próxima a publicarse, además de los que están en ajuste, son los siguientes: primeras tiples, señoritas Bordalba, Rodríguez, Espí y Cabrero; contralto, señorita Agudo; tenores, Sres. Francés, Candio y Rotero; barítonos, Sres. Berbén y Sáez, y bajos, Sres. Martin, Arambarri y Salva.
 También ha sido contratado un numeroso cuerpo coreográfico, que ejecutará bailes en un acto, de espectáculo y de género español. La orquesta se compone de 70 profesores, bajo la dirección del maestro Chapí, y los coros de 60 individuos de ambos sexos, a cargo del maestro Llanos.

 M. SOLOGUREN
Crónica de la música, 26-10-1881

Teatro de Apolo, estreno de la ópera  La Serenata

Habiéndose propuesto la empresa de este coliseo hacer el ensayo de la ópera española, sin otros elementos que los que á su entender podían satisfacer todo género de exigencias, y esta tentativa, sin duda alguna muy laudable, no ha obtenido el éxito que se prometían sus iniciadores, demostrando tal fracaso, que la ópera, con más razón que la zarzuela, necesita de intérpretes que por lo menos estén á la altura que exige este género de espectáculos.
Empezó éste con el cuadro lírico de los señores  Llanos y Campo Arana, titulado, ¡Tierra! Estaban encargados: de la parte de Rodrigo, la señorita Rodríguez; de Colón, el Sr. Berbén; de Andrés, el Sr. Blasco, y de Fray Antolín, el Sr. Candio.
La señorita Rodríguez estuvo regular, sin dar relieve alguno á su papel, pero sin descomponer el cuadro; el Sr. Berben, que posee una poderosísima voz de barítono, desafina con frecuencia, y por lo tanto, desluce aquella condición, que en vez de ser una ventaja, constituye para él casi siempre un gran defecto. De los señores Blasco y Candio, no queremos ocuparnos por el momento.
Los coros, bien, y la orquesta, admirable, el preludio—que fue repetido—mereció una atronadora explosión de aplausos.
Estrenóse después La Serenata, ópera también en un acto, libro del señor Estremera  y música del maestro Chapí.
Si en la esfera del arte tuviera penalidad la imprudencia temeraria, el señor  Chapí se habría hecho acreedor á enérgico correctivo.
 La Serenata es una bellísima partitura que merecía interpretación distinta de la que tuvo anoche en el teatro de Apolo.
Los modestos artistas que tuvieron esto encargo, hicieron, justo es decirlo cuando estuvo ded su partepara colocarse á la altura de la obra; pero el éxito no correspondió á sus esfuerzos, y sobre este punto tenemos la seguridad completa de que el señor Chapí no podía abrigar duda alguna.

 En La Serenata son números verdaderamente notables y que se aplaudieron con entusiasmo, el coro de introducción, el aria de tiple, el dúo de tiple y tenor, el terceto que enlaza con este último, y el cuarteto con que termina el desarrollo de la primera de las piezas.
 Hay, además, un bello  zorteico, un brindis y la serenata,  motivo precioso este último, que también fueron aplaudidos.
Interpretaron la obra la señorita Rodríguez, que dijo muy bien su aria y los señores Candio, Blasco y Beltrán. Estos dos últimos artistas tienen papeles poco importantes y salieron medianamente de su compromiso; el señor Candio, sentimos decirlo, estuvo muy desacertado.
 La señorita Rodríguez fue aplaudida con justicia. En cambio el señor Chapí obtuvo un verdadero triunfo, siendo llamado a la escena gran número de veces entro salvas de aplausos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Corrrespondencia ilustrada, 07-11-1881


Crónica de la inauguración de la temporada en el Teatro de Apolo

Vamos a dar cuenta a nuestros lectores de la inauguración de la temporada del teatro de Apolo, y al hacerlo  no podemos ocultar la honda pena con que empezamos á entrever la posibilidad de que sean infructuosos tantos trabajos, y tantos nobles propósitos, y no llegue por lo tanto á ser un hecho, esta vez tampoco, la creación de la ópera española.
 No hemos de ser pesimistas en absoluto, sin embargo, y todavía nos queda un resto de esperanza. El premio que seguramente merece una empresa como la de Apolo, y el entusiasmo que sus nobles fines han de inspirar al público, aunque sea más tarde de lo natural, constituyen, por otra parte, una esperanza a la cual nos atenemos por ahora.
Es indudable que la compañía del teatro de Apolo no ha empezado sus tareas con el éxito que se esperaba. ¿Por qué? Por el poco acierto a que antes nos hemos referido; por defectos esenciales en la constitución de la compañía; porque algunos de los artistas contratados no reúnen las condiciones que se requieren para un teatro de Madrid, máxime si este teatro ha de hacer algo en el camino de la creación de la creación de la ópera española.
Pero en esta parte, como en otras, el público deberá tener en cuenta que lo que no se intenta no se  puede conseguir nunca; que un conato no es una realización completa; que las cosas han de empezar por el principio  y que exigir la mayor perfección desde luego á todos los intentos artísticos es lo mismo que poner dificultades invencibles a las ideas que se trata de desarrollar. El público tiene derecho a la mayor perfección posible en los espectáculos, pero no debe mostrarse severo en demasía en los comienzos del desarrollo de un gran pensamiento que necesita el apoyo de todos.
Hechas estas consideraciones a las cuales no hemos podido sustraernos, pasemos ato. Ra á dar cuenta de la primer a representación en el teatro de Apolo.
Empezó la función por la sinfonía de la ópera Roger de Flor de Chapí, dirigida por éste con gran acierto. La orquesta reunida en el teatro de Apolo es de primer orden; quizá sea la mejor de todos los teatros de Madrid, incluso el Real. La empresa y la dirección se han mostrado en este punto verdaderamente espléndidas, y por ello las felicitamos.
 La ópera en un acto ¡Tierra! de Campo Arana y Llanos, agradó extraordinariamente, y fue tan aplaudida como cuando se estrenó. La ejecución dejó bastante que desear, especialmente por parte del tenor señor Candio y del bajo señor Blasco que han de estudiar todavía bastante para poder formar parte de una compañía de ópera. El señor Berben tiene una voz extensa y bien timbrada, pero la emite con descuido y sobre todo, no puede dominarla. La señorita Rodríguez, primer premio del Conservatorio de Madrid, aplaudida sin reserva cuando se presentó en el teatro Real, se hallaba dominada por una violenta emoción, y no pudo ser juzgada en la obra a que nos referimos. Los coros se resintieron de falta de ensayos. La orquesta, muy bien, tuvo que repetir el preludio entre los aplausos del público.
 La novedad de la noche era el estreno de una ópera cómica titulada La Serenata, libreto arreglado por el señor Estremera.

Crónica de la música, 16-11-1881

Actuaciones benéficas en el Teatro de la Zarzuela, entre ellas La Calandria, de Chapí

La empresa del teatro de la Zarzuela ha preparado una función extraordinaria quo se verificará mañana miércoles. En ella, se cantará por primera vez en esta temporada, la lindísima zarzuela en dos cuadros de Ventura de la Vega y del maestro Gaztambide titulada El estreno de un Artista, así como el juguete lírico recientemente estrenado La Calandria, de Vita, Aza y Carrión, y música de Chapí. La señora Cortés cantará con acompañamiento de orquesta, el precioso vals de Venzano;  y la acreditada banda del segundo regimiento de ingenieros y la orquesta del teatro, dirigidas por el maestro Vázquez, ejecutarán el gran Pout-pourri de aires  de zarzuelas escrito por Barbieri.
Auguramos muy prósperos resultados a la empresa de este coliseo, y nos complacemos en rogar al público acuda con su modesto óbolo al bien escogido espectáculo que se ha preparado en aras de una tan levantada idea, respondiendo al noble fin caritativo que hace honor al corazón de los hijos do esta hidalga tierra.

Correspondencia ilustrada, 20-12-1881

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