En todos los villenenses ha producido el creciente esplendor
de sus cofradías, junto con las populares demostraciones de fe, que todas las
procesiones han constituido, han dejado de esta Semana Santa un magnífico
recuerdo, que sus organizadores toman como premio a su trabajo y estímulo para
proseguir en el camino de procurar el máximo esplendor para estas solemnidades
litúrgicas en Villena.
La “Procesión del Silencio” salida por primera vez este año
de la parroquia de Santa María, con la imagen del Santísimo Cristo de las
Penas, cofradía de vestas y capirote
blanco, y capa de seda morada, recorrió las calles la noche del Jueves Santo.
Por la tarde del Viernes Santo se celebró, organizada por la
misma cofradía, el solemnísimo Vía Crucis de penitencia, ofrecido por las
intenciones del Sumo Pontífice, por la paz del mundo. Desde los balcones
predicó las estaciones el reverendo señor cura arcipreste de la Purísima, de
Yecla.
Una inmensa multitud de hombres y mujeres precedía y seguía
la imagen del Santísimo Cristo de las Penas, cantando el santo Rosario.
Impresionante por su suntuosidad y devoción fue la
“Procesión del Santo Entierro”, en la noche del Viernes Santo, organizada por
el Capítulo de Caballeros del Santo Sepulcro. Tomaron parte los “pasos” del
Santísimo Cristo de las Penas; María Santísima de los Dolores; Santo Cristo
Yacente y María Santísima de la Soledad, cuyos cofrades vestían vesta y
capirote blanco y capa negra.
En medio de un devotísimo impresionante silencio, y del
pueblo todo congregado a lo largo del extenso recorrido de esta solemnísima
procesión, fue desfilando el patético y religioso cortejo con su gran boato y
esplendor, mientras de la inmensa multitud brotaban ininterrumpidamente
“saetas” que ungían la noche con el aroma de la devoción villenense.
Alumbrando a “La Soledad” gran número de mujeres con la
clásica peineta y mantilla española.
Todo ha constituido una Semana Santa esplendorosa.
Bien merece también un elogio la brillantez y destacada
presencia de la Centuria de cadetes “Reyes Católicos” de las Falanges juveniles
de Franco, en estas solemnidades religiosas en nuestra ciudad.
El Jueves Santo y en la parroquia de Santiago, tuvieron a su
cargo desde las diez de la mañana hasta la una de la madrugada, la guardia al
Santo Sepulcro y vela al Santísimo Sacramento, que montaron sin interrupción,
escuadras portadoras de sus respectivos banderines.
De su fervorosa disciplina y de la ejemplaridad de su
actitud en todo momento, sólo cabe decir que han merecido de las autoridades
eclesiásticas calurosas y expresivas felicitaciones. En cuanto a su
participación en la procesión del Santo
Entierro fue, en verdad, impresionante y digna de la grandeza del acto. Todos
sus componentes eran portadores de antorchas que, al flamear en la oscuridad de
la noche, ponían una nota de patetismo en el conjunto de detalles magníficos
que han esmaltado las procesiones de la Semana Santa villenense”[1].