Páginas

Mostrando entradas con la etiqueta RUPERTO CHAPÍ 1891. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta RUPERTO CHAPÍ 1891. Mostrar todas las entradas

Itinerarios musicales de Ruperto Chapí - LOS GNOMOS DE LA ALHAMBRA , leyenda musical - 1891, 1ª parte

Los Gnomos de la Alhambra en el Teatro Real

Se da cuenta de que el domingo 11 de enero, darán comienzo en el Teatro Real las sesiones de la Sociedad de Conciertos de Madrid, dirigidos por el eminente Maestro Mancinelli.

En la primera parte del concierto, la segunda obra a interpretar será la leyenda musical de Ruperto Chapí, Los Gnomos de la Alhambra, que consta de tres tiempos.

Este programa, tan nuevo y tan atractivo, ha entusiasmado a los aficionados que tienen viva curiosidad por conocer las obras nuevas y, sobre todo  la leyenda musical de Chapí, los Gnomos de la Alhambra, de la cual se dice que es un portento de inspiración que ha de elevar muy alto el nombre del popular maestro, tan admirado y querido en toda España.

En nuestro número de mañana publicaremos un extenso artículo del señor Peña y Goñi. . Nuestro compañero relata en este trabajo la historia de la nueva composición de Chapí, acompañada de anécdotas y de un fragmento de una carta del maestro y multitud de detalles que llamarán mucho la atención.

Hace después el señor Peña y Goñi la crítica de los Gnomos de la Alhambra, recordando los versos de Zorrilla en que Chapí se ha inspirado, acompañado de comentarios destinados a facilitar la comprensión de la obra, cuyas bellezas saboreará pasado mañana el público madrileño.

La Correspondencia de España, 10-01-1891

Los Gnomos de la Alhambra, leyenda musical de Ruperto Chapí

La Sociedad de Conciertos de Madrid, a cuya dirección ha sido por aclamación el maestro Mancinelli, inaugurará mañana sus artísticas sesiones en el teatro Real.

Y las inaugurará dignamente, dando al público madrileño la primicia de una obra importante,  firmada por Ruperto Chapí y que lleva por título Los Gnomos de la Alhambra.

Es la primera vez que el autor de la Tempestad y de La Bruja compone un poema sinfónico, lanzándose al campo de la sinfonía moderna, de la música abstracta, de la música pura que cultivan hoy Brahms y Goldmark en Alemania; Saint-Saens, Massenet y leo Desfbes en Francia; Rubinstein y Tchaikowsky en Rusia y Luis Mancinelli en Italia.

La Fantasía Morisca de Chapí, compuesta primero para banda militar y arreglada después para orquesta, es obra preciosa de juventud, reflejo de un poeta musical de primer orden.

Los Gnomos de la Alhambra es composición de mayores vuelos, obra de un maestro en la completa madurez, en la plena posesión de sus facultades y de su talento.

Tiene curiosa historia que interesará seguramente a los innumerables devotos del maestro, y yo voy a contarla aquí, antes de dar una idea anticipada de cómo es el poema sinfónico y de las bellezas que encierra esta obra sobresaliente del gran compositor.

Cuando en la primavera de 1889 se acordó el programa de las fiestas que habrían de celebrarse en Granada para la coronación de Zorrilla, figuró en él la ejecución de una obra musical inspirada en el poema fantástico del célebre poeta: Los Gnomos de la Alhambra, primera parte del tema titulado Gnomos y Mujeres.

El poema musical sería el premiado en público concurso, para lo cual se llevan a cabo las acciones debidas, consignándose un premio de 5.000 pesetas para el autor de la obra premiada y su ejecución por la Sociedad de Conciertos de Madrid, que dirigía entonces don Tomás Bretón y que había sido contratada para darle más realce a las fiestas.

Chapí, agobiado de trabajo, como lo está siempre, y en vísperas de marcharse con Ramos Carrión a Barcelona, en cuyo teatro del Tívoli iba a ponerse en escena la Bruja, que no se había cantado aún en la capital del principado.

Leyó el anuncio del certamen y no pensó en concurrir; pero Arrieta que admira sin reservas a Chapí porque conoce a fondo su naturaleza artística, vio enseguida que el asunto impuesto a los compositores en el concurso de Granada, convenía perfectamente al temperamento del maestro y lo animó para que se presentase.

Chapí escuchó las razones en que se fundaba Arrieta; dio las suyas, que le aconsejaban no concurrir al certamen, discutió con don Emilio y para no desengañarle completamente, díjole que lo pensaría con calma, y que quizás se decidiría a trabajar.

Pero en el fondo de no tardó de desistir de tal idea, y acabó por marcharse con Ramos a Barcelona, sin dejar a Arrieta definitiva contestación.

Arrieta no cejó. Escribió y hasta telegrafió a Chapí, insistiendo tenazmente en sus propósitos, y encontró, por fin, en Barcelona el auxiliar que había de hacerse dueño del reborde y decidirle a escribir el poema sinfónico que los aficionados admirarán mañana en el Teatro Real.

Este auxiliar precioso fue Miguel Ramos Carrión. Estrenada La Bruja en Barcelona con brillantísimo éxito y cuando poeta y músico veían aclamada su obra aclamada cuantas noches se ponía en escena, y encontrándose, por lo tanto, libres de las crueles emociones del estreno, comenzó Ramos Carrión a hablar a Chapí de Los gnomos de la Alhambra.

¿Por qué no te presentas con concurso? Cinco mil pesetas no es cantidad despreciable y tú puedes escribir una obra preciosa que llame la atención. Anímate y trabaja.

Chapí dio una razón poderosísima: el tiempo. Corría la primera quincena de mayo; la plaza para la admisión de obras cumplía el 20 de dicho mes.

--¿Cómo voy a componer en tan pocos días una obra importante, un poema en tres tiempos? No puede ser, estudiar el poema de Zorrilla, hacer el plan, escribir la partitura, instrumentarla…Imposible, imposible, no insistas.

Ramos insistió, insistió un día y otro y otro, hasta que al fin arrancó a Chapí, vencido por las cariñosas súplicas del poeta esta declaración.

--Voy a probar.

Y cogiendo el tema de Zorrilla Gnomos y mujeres, se encerró en su habitación.

El resultado de la encerrona nos lo va a contar el mismo maestro, de quién recibí carta fechada a 18 de mayo en Barcelona, carta deliciosa  de la cual tengo que suprimir, por razones de prudencia, los párrafos más sabrosos y que revela la alegría y la noble satisfacción del artista que ha cumplido con su deber.

He aquí la parte del escrito de Chapí que se refiere a la composición de Los gnomos de la Alhambra.

“Ayer a las seis puse…un garabatillo al final de unas cincuenta y dos hojas de partitura hechas con febril actividad en seis días escasos (si es usted jurado no tenga en cuenta esta confidencia) y media hora después iba camino de Granada. Llegará pues, con un día de propia, pues el 19 es la víspera del 20 y el 20 que es el que sigue al 19, según mis cálculos, pues los del X tal vez fueron otros…Y basta de tonterías, pues digo que la obrilla llegará a tiempo.

Como he trabajado y que susto de que a última hora fuera todo inútil por falta de unos minutos. Figúrese usted que me llevé  instrumentando la partitura, la única partitura, la que he mandado a Granada, veintiuna hora sin moverme de la mesa, desde las nueve de la noche de anteayer hasta las seis de la tarde de ayer, sin tomar más que un chocolate… ¡Horror¡ yo no tenía más que espíritu y nervios…

Titulo la obra como Zorrilla su poema: Los Gnomos de la Alhambra. Hay un lema con música y todo, pues este –Glo-ria-a-la-Al-ham-bra- es el grito constante en el poema de don José y esas cinco notitas andan también en la partitura. No hay versito, ni explicaciones, ni nada más que los títulos pegados, que son como sigue:

I.-   La ronda de los gnomos
II.-  El conjuro. El séquito de Titania y Oberón
III.- La fiesta de los espíritus. La aurora

Si el jurado pide fugas y contrapuntos de sacristía, estoy excluido, sino y las hojas andan en buenas manos. ¿Quién sabe? Sobre todo, estoy muy contento y satisfecho por haber trabajado.

Escrito a don Emilio dándole estas noticias, pues se que, como usted, se alegrará mucho de ellas.

Yo saldré para esa, el jueves. Le veré enseguida y hablaremos. Memorias a todos y un abrazo de Ruperto Chapí.”

Así dice la carta del autor de La Tempestad, carta que ilumina con la hermosa claridad de una conciencia artística honrada y noble, esa frase bellísima: -Sobre todo yo estoy contento y satisfecho por haber trabajado-.

Este grito de entusiasmo arrancado al alma del maestro por el gozo de la producción, después de 21 horas de penosísimo trabajo, pone al descubierto la privilegiada naturaleza artística de Ruperto Chapí y explica el atractivo que sus composiciones ejercen sobre el público.

Por mi parte no quiero hacer ningún otro comentario a la carta.

Cuando Chapí puso al final de la partitura el garabatillo de su firma, Ramos lo encontró en medio de un rimero de papel pautado y envuelta la habitación en humo, por los numerosísimos cigarros puros que había fumado el maestro.

Comprendiendo que hacía falta a Chapí más que el aliento del cuerpo, el descanso espiritual, llevéselo al muelle, lo embarcó en una lancha y juntos respiraron el aire del mar, que hizo volver al músico a la realidad de las cosas.

Cuando Chapí se acostó al anochecer, quitose los anteojos y apagó la luz. A la una de la madrugada entró en cuarto don Toribio Granda y vio, con sorpresa que la luz estaba ardiendo, casi consumida.

Despertó a Chapí y se lo encontró con los anteojos puestos. El desdichado se había metido en la cama, convencido de que había apagado la vela y quitándose los anteojos, cuando había verificado esas operaciones sin darse cuenta de ellas. Tal vez fue el terrible cansancio que dominaba a todo su cuerpo, después de seis días de tensión nerviosa continua y veintiuna horas seguidas de instrumentación.

 Al día siguiente, Ramos y Chapí  empaquetaron, sellaron y lacaron a toda prisa la partitura, la llevaron al correo y no quedaron satisfechos, sino cuando el administrador les dio completa seguridad de que el paquete llegaría a Granada el día señalado como último para la admisión de obras en el certamen.

Y llegó, en efecto, la partitura, reuniose el jurado, examinó las composiciones recibidas, meditó sobre ellas y tuvo a bien acordar y tuvo a bien acordar que ninguna le parecía digna de las 5.000 pesetas consignadas para premio.

Chapí se consoló fácilmente de los 1.000 duros, recogió su partitura y esperó los acontecimientos; llegó la crisis de la Sociedad de Conciertos de Madrid, fue nombrado director ella Luis Mancinelli., pidió a Chapí Los gnomos de la Alhambra, le encantó la obra, acogiola la Sociedad con los brazos abiertos, la ensayó, loa juzgó admirablemente por todos conceptos y acordó ejecutarla en el concierto de inauguración de la temporada actual.

Con lo cual termina la presente historia y la odisea de Los Gnomos de la Alhambra, leyenda musical de Ruperto Chapí  que, rechazada por el jurado de Granada, se presentará mañana ante el jurado de Madrid.

Aquel estudió el cuerpo de la partitura, éste va a penetrar en el alma.

Y yo también, si ustedes no lo llevan a mal.

El incompleto análisis precedente de Los Gnomos de la Alhambra, puede dar idea del plan de la composición y servir de guía a los aficionados para la mejor inteligencia  de la labor del músico.

            Mi principal propósito al escribir este artículo ha sido derramar un foco de luz sobre la obra de Chapí.

Conozco el poema sinfónico, lo he oído varias veces, lo he estudiado teniendo a la vista la partitura original y sin pretender imponer mi opinión a nadie declaro que esta leyenda musical , está improvisada en un vértigo de inspiración. Es una obra de primer orden y admirable…

De la Fantasía morisca a los Gnomos de la Alhambra hay un paso gigantesco, el mismo que hay  de La Tempestad a La Bruja.

Chapí se encuentra hoy en la plena y absoluta posesión de sus admirables facultades artísticas.

Es músico y es poeta a la vez, tiene el punto de vista seguro para percibir el lado bello de las cosas y posee el juicio crítico, el espíritu de observación para ponerse en contacto con la belleza ideal y exponerla en notas encantadoras…

Gloria al autor de los Gnomos de la Alhambra. Gloria a Ruperto chapí.

Antonio Peña y Goñi

La Correspondencia de España, 11-01-1891

Aclaración de conceptos referidos a la obra de Chapí Los Gnomos de la Alhambra

Tratándose de persona tan insigne Como el maestro Chapí, a quien  si por amigo y compañero aprecio sinceramente no menos le admiro y alabo en su calidad de artista, no cabe dudar que me es altamente satisfactorio cuanto ceda en honra de su merecida fama. Así, pues, leí con verdadero júbilo el trabajo que dedicó a su obra Los Gnomos de la Alhambra  el reputado crítico musical Sr. Peña y Goñi en La Correspondencia de España, perteneciente a la noche del sábado 10 del corriente mes, dando por cierto, desde luego, que habían de ser justificadísimos los elogios que de la composición se anticipaban en el escrito, pues que se referían al autor de más altos vuelos con que , en mi humilde sentir, hoy contamos para el género teatral a que constantemente consagra sus aplaudidos trabajos musicales, y los prodigaba un crítico cuyo ingenio y claro criterio es a diario celebrado por el público.

Como para formar esta opinión procuré no poner en ningún platillo de la balanza el peso de las simpatías, ni los lazos de la' amistad con que me honran ambos señores, no se extrañará, pues, que encontrase en el referido escrito algún concepto, que tal vez sin ser erróneos en el fondo, pudiera por la forma de su expresión, conducir al público a error en materia de grande trascendencia artística.

Copiando el Sr. Peña, en su escrito, una carta del maestro Chapí, de la que confiesa suprimir algunos párrafos, inserta el siguiente, que está relacionado con el envío de la partitura de los Gnomos al concurso musical de Granada: “Si el jurado pide fugas y contrapuntos de sacristía, estoy excluido”.

No se puede desconocer que de estas palabras del Sr. Chapí resulta algo depresivo para el arte docente y para la manifestación del género religioso, aun contra la intención del famoso compositor que las produjo y del popular crítico que las patrocina; intención que con fundados motivos se debe asegurar no es la que se desprende del párrafo mencionado.

Sin la autoridad que ante el público representan los nombres de mis queridos compañeros los Sres. Chapí y Peña, el dicho en cuestión solo sería un lapsus, sin importancia, que al correr de la pluma a todos se nos escapa en el seno privado de las confidencias y de la amistad; pero con lo que significan hoy esos nombres en nuestra patria; con las corrientes tan en boga, por desgracia, de que despreciando reglas y cánones escolares se puede alcanzar todo y llegar á todas partes; y,, por último,, con el hábito funesto que se va implantando de quitar toda importancia á las manifestaciones del arte religioso, las palabras en cuestión, que el articulista no ha querido que figuren entre las suprimidas, pudieran, según ya llevo indicado, servir de apoyo á la propagación de errores trascendentales.

Conviene, pues, aclarar conceptos, y aunque, por razones que no son del caso, yo me crea el menos autorizado para hacerlo, como es muy probable que otros no se ocupen de ello, intentaré verificarlo en brevísimas palabras, consignando hechos incontrovertibles que las den aquella fuerza de que han de carecer si se atiende solo a su procedencia.

El maestro Chapí que tan a  fondo ha estudiado el contrapunto y la fuga, y  que les da el adecuado empleo que les corresponde aun dentro de las muchas obras teatrales (no las de sacristía) que con aplauso no interrumpido ha producido su fecundo ingenio, sabe perfectamente que el estudio de esas materias unidas á la inspiración, que únicamente de Dios procede, debe la sólida reputación de que hoy goza, y que no han alcanzado ni alcanzarán otros compositores de imaginación rica y espontánea, y por tanto muy aplaudidos por el público, pero cuya fama será breve precisamente por desconocer el contrapunto y la fuga.

Sabe igualmente que la aplicación de estas materias, que forman la técnica del arte, se ha hecho por todos los maestros antiguos y modernos, lo mismo en obras de importancia destinadas al templo, que en las dedicadas al teatro o al salón de conciertos;  y que por consecuencia no es admisible el término de fuga y contrapuntos de sacristía, en un género que precisamente aparece el menos susceptible, por punto general, de marcar la línea de lo religioso y aquello que no lo es. Sabe asimismo que del arte músico consagrado a la Iglesia ha nacido el arte lírico dramático (a que tantos aplausos debe el autor de La Tempestad) y después el instrumental, géneros que son el encanto de las sociedades modernas y que tantos goces parisinos nos proporcionan a todos.

Conoce también que los más eminentes maestros desde remotas épocas hasta nuestros días lograron no poca parte de la inmortalidad de su nombre merced a composiciones de carácter religioso; y los que han compartido sus triunfos entre las del templo, las del teatro o las del salón, o los que han hecho sus trabajos solamente para algunos de estos lugares, emplearon las fugas y contrapuntos de… música, que son en música loa únicos aceptados. Ahora, si para calificar de malo a un orador sagrado, forense o parlamentario, se le quiere llamar orador de campanario, llámese a todo mal músico (y no escasean dentro y fuera de las sacristías) músico de campanario o de sacristía, aunque no haya compuesto ni una nota para el templo, ni haya entrado jamás en la iglesia  a rezar un Padre Nuestro.

Así, pues, el maestro Chapí, que teórica y prácticamente comprende la importancia que entrañan las materias del contrapunto y la fuga…sin adjetivos; que con sus mismas obras nos ha probado que estas materias no excluyen los rasgos de inspiración, la cual se revela si el compositor cuenta con ella en todos los momentos y en todos los géneros de la manifestación musical, no ha querido seguramente decir en el párrafo que ha dado lugar á estas líneas, lo que del mismo parece desprenderse, y que no pocas personas da más claro entendimiento que el mío y con las que he consultado a este propósito, han entendido de igual modo; sino que puede afirmarse sin presumir de adivino, que la intención del escrito fue manifestar que al componer su obra los Gnomos de la Alhambra, se dejó llevar única y exclusivamente de su ingenio, sin acariciar idea alguna preconcebida de aparecer ante el jurado que había de examinarla como docto compositor en lucubraciones técnicas ó escolares.

No creo hallarme tampoco muy apartado de lo cierto si apunto la persuasión de que en tal sentido estimó las frases, al darlas cabida en su trabajo literario, el ilustrado crítico señor Peña y Goñi, puesto que teóricamente conoce éste, tan bien como cualquier maestro, la entidad de las materias artísticas a que mi compañero Chapí aludió con sus palabras. Seguro estoy de que conoce igualmente la exactitud de los hechos que llevo consignados y la importancia del arte músico-religioso, que por el objeto á que se destina, por su universalidad y por su historia ha sido, es y seguirá siendo la manifestación más elevada dentro del arte de los sonidos, no obstante sus épocas de decadencia (creo a la actual una de ellas) del género religioso. En ellas, los escasos cultivadores dignos de su significación, se ven privados de honra y provecho, y en recompensa de su abnegación y platonismo católico ó artístico, sería en mi sentir crueldad inaudita pagarles con un menosprecio el más injustificado, llamándoles como se les ha llamado repetidas veces, matemáticos si escriben fugas, cánones o contrapuntos en sus obras, y poco doctos o profanos si prescinden de estos procedimientos. Y aunque después de todo, yo sea apóstol contra la aparición de tales procedimientos escolar y sistemáticamente considerados, en las obras que el público ha de escuchar, incluso las consagradas al culto divino, no dejo de comprender que obedecen á un criterio científico más aceptable que el que se revela en muchas composiciones modernísimas, que precedidas de renombre nos envían de extrañas tierras, y en las que si se aparentan recursos científicos, no se les haya, ni con telescopio, los caracteres del quid divinum artístico.  

Por último, si mis buenos amigos los señores Chapí y Peña Goñi,  no ven en las palabras del primero lo que yo he juzgado que el público puede traducir de ellas, ni la que amistosa y artísticamente pensando he intentado interpretar como pensamiento de aquellos, sino que por el contrario han querido decir con las frases fugas y contrapuntos de sacristía (de sentido anfibológico y aun quizás incisivo) que estos estudios superiores de la composición deben, como superiores, consagrarse en absoluto o muy principalmente al Ser Supremo del Universo, confieso que idea tan mística es en la que menos me fijado, y pido a mis apreciables compañeros dispensen mi injerencia en un asunto en que me guié sólo el interés del arte músico religioso, a que por tradición  y nombre estoy en el deber de profesar tanto cariño como respeto.

ILDEFONSO GIMENO DE LERMA

La Correspondencia de España, 18-01-1891

Itinerarios musicales de Ruperto Chapí - 1891 - 2ª parte


Escrito del Jurado del Liceo de  Granada enviado al Director de El Liberal, sobre el premio del certamen de Zorrilla, que lo dejaron desierto.

 Con motivo de las alusiones que algunos periódicos de Madrid han dirigido al Jurado musical formado en Granada cuando la coronación del ilustre Zorrilla, al dar cuenta del brillante éxito que ha obtenido en los conciertos del teatro Real la obra del maestro Chapí, Los gnomos de la Alhambra, el presidente y secretario de dicho Jurado nos remiten el comunicado que insertamos a continuación y que transcribimos sin comentario alguno por nuestra parte:

Sr. Director de El Liberal:

            Muy señor nuestro: Con esta misma fecha dirigimos a La Correspondencia de España y El Constitucional las siguientes líneas:

“Como presidente y secretarlo del Jurado musical formado en esta ciudad á 3 de Junio de 1889, con ocasión del concurso convocado por el Liceo Artístico y Literario de la misma para entender en el examen de las obras que a él se presentaran con opción al doble premio extraordinario ofrecido; y en vista de las alusiones, mesuradas unas, un tanto agresivas otras, que a este Jurado se han dirigido al ejecutarse en los conciertos de la sociedad de Madrid dirigida á la sazón por el maestro italiano signor Luigi Mancinelli, de una composición del maestro español don Ruperto Chapí, titulada Los gnomos de la Alhambra, una de las ocho que se presentaron al concurso antedicho, nos vemos en  la precisión de publicar las siguientes afirmaciones:

 Con la misma serena tranquilidad que el Jurado emitió su dictamen sobre la obra del maestro Chapí y las siete que la acompañaban (y entiéndase que el Jurado no anduvo en averiguaciones de quiénes pudieran ser los autores, sabiendo poco después, por causas que no son de este momento, que una de ellas pertenecía al distinguido maestro), con;  la misma serena tranquilidad, repetimos, que el Jurado emitió su dictamen, falible sin duda, como toda obra de humanos, ha contemplado su sonada preparación y ejecución por la Sociedad de Conciertos ya nombrada, así como el aplauso que el ilustrado público madrileño ha tributado al laboriosísimo maestro, que hoy por su facundia y raros méritos tanto prevalece en los por desgracia modestos teatros líricos españoles.

No entraremos ahora en consideraciones, que serian muy complejas, sobre la ocasión en que la obra que nos ocupa se ha dado, la composición del auditorio y el justo y lógico prestigio que rodea al maestro Chapí en los momentos actuales. No queremos ni es preciso entrar ahora en esto: Queremos aceptar y creer que el éxito de los «Gnomos de la Alhambra», del maestro Chapí, es justo y espontáneo, sin que nada haya habido en él de afortunado ni de artificial. Y así quedaran las cosas á no haber visto en la prensa alusiones  mesuradas las más, repetimos, pero mortificantes siempre  para los que obran en conciencia; desdeñando contestar a las que envuelven reticencias o reservas, porque por más que le demos vueltas no logramos explicarnos a donde van, ni que quieren decir.

En lo publicado, vemos con honrada satisfacción, que el Jurado pensó bien calificando en cierto modo la obra que nos ocupa de boceto, aunque ignoraba si se había hecho en seis o más días, si instrumentado en veinte ó más horas, y si el autor había tomado chocolate o  café y fumado tal o cual número de cigarros o de cigarrillos. Todo esto ignoraba el Jurado y no tenía por qué averiguarlo, ni eran bastante esas circunstancias para añadir méritos positivos á la composición. Sólo entendió ver en la obra un estimable intento, quizá con mucha alma, como nos ilustra un crítico, pero cuyo cuerpo no corresponde, en manera alguna, ni á la infinitud de esa alma, ni al programa propuesto, al que forzosamente tenía que ajustarse el Jurado calificador. El programa indicado existe en esta Secretaria; el público no lo conoce y tendremos el mayor gusto en publicarlo, si esta serena manifestación nuestra no surte el noble propósito en que nos inspiramos, sin que sea molesta, reservada ni desprestigiosa para nadie.

Que el culto público madrileño acoja gustoso y aplauda entusiasta la obra instrumental de uno de nuestros primeros compositores, por la buena impresión de su ejecución, independientemente de las condiciones precisas que con arreglo al programa, bien ó mal hecho, había de tener para merecer en concepto del Jurado el premio de las 5.000 pesetas y título de socio de honor del Liceo, motivo es para nosotros de plácida alegría. Pero si alguien entendiese que en el Jurado todo o en alguno de quienes lo compusieron, pudo haber otros móviles que los de la más estricta justicia, dentro de su limitado saber, éste Jurado se halla dispuesto á someter su dictamen, tanto de la obra en cuestión como de las otras siete, acompañado del programa, pauta o circulo de todo el asunto, a un  Jurado de maestros de renombre universal. Y cuando éste estimara mal hecho lo hecho por el modesto pero honrado Jurado granadino, éste se compromete a abonar el importe del premio al autor que dicho Jurado considerase merecedor.
Reiteran a usted, señor  Director, sus sentimientos de gratitud y se repiten sus más afectísimos ss. Ss. Q. b. s. m. —El presidente, Celestino Vila de Forns. —El secretario, Eduardo Orense Talavera.”
Granada,  18 Enero 1891
El Liberal, 22-01-1891, p. 1

Dictamen emitido por el Jurado del Liceo Granada, referido al certamen con motivo de la coronación de Zorrilla en 1889.

La publicación se realizó en Granada, año 1891, imprenta de EL POPULAR, Hospital de Santa Ana.
DOS PALABRAS

“Se realizó el folleto que nos ocupa para contestar a la carta que firmada por el presidente y secretario del Jurado de Granada, publicó El Liberal de Madrid en su número de 22 de Enero último  y el Jurado comprendió que el folleto tenía más vida que el periódico  para dar publicidad al dictamen emitido acerca del poema sinfónico Los Gnomos de la Alhambra, original, según resulta ahora, del popular y aplaudido maestro don Ruperto Chapí.

No ha de seguir el Jurado al señor Peña y Goñi en el camino que en su folleto adopta. Jamás inocularon veneno, ni tienen que escupirlo por lo tanto, a los que por un azar de la suerte, emitieron su fallo honrada y lealmente, respecto de la obra del señor Chapí.

No hemos discutido, ni pensamos discutir; pero conste que nos ratificamos en cuanto resulta del documento que publicamos a continuación, para cuantas futuras enseñanzas crea oportunas, el oficioso defensor de quien nadie ha ofendido, ni pensado ofender.”

            En el informe se indica que en la sesión del 8 de junio de 1889 se informó del juicio poco favorable de seis de las ocho obras presentadas al dicho certamen extraordinario y finalmente acordaron el 14 de junio no conceder premio alguno y finalizan diciendo:

“El Jurado se ratifica en cuanto de los anteriores documentos resulta, y de conformidad con lo propuesto en la carta que publicó El Liberal de Madrid, repite que se halla dispuesto a someter su dictamen, tanto de la obra en cuestión (refiriéndose a la de Chapí), como de las otra siete presentadas al certamen –a un Jurado de maestros de renombre universal, reiterando como en la referida se consigna, que en el caso de que esos maestros considerasen alguna de las ocho obras merecedora del premio, el Jurado de Granada abonaría al autor las 5.000 pesetas que el Liceo había ofrecido, al anunciar el Certamen extraordinario.”
Por el Jurado
Eduardo Orense, Secretario

La nueva obra de Chapí,, sobre temas de El Quijote
Sabido es que Chapí ha prometido a Mancinelli entregarle una nueva obra para que se para que se estrene en el ultimo concierto de la temporada.

 Pues bien. Chapí—según dice nuestro colega La Época, ha puesto ya manos a la obra, pues aunque todavía quizá no haya escrito sobre el pentagrama una sola nota, ya tiene escogidos los asuntos que han de estimular su poderoso ingenio.

 Consecuente con sus tradiciones, el autor de la Fantasía Morisca, cuya música ostenta siempre un marcado carácter nacional, ha fijado ahora su atención en el libro, por excelencia, de los libros españoles, en la novela inmortal do Cervantes.

La composición de Chapí, inspirada, pues, en Don Quijote, se dividirá en cuatro tiempos, que serán los siguientes:

A.- Batalla contra los carneros.
B.- Serenata de Altisidora, aquella que tan a maravillosa describe el Príncipe de los Ingenios en el capítulo XLIV (parte segunda) de su obra inmortal, cuando recorrida y afinada el arpa, Altisidora da principio al romance que comienza:
Oh tú que estás en el lecho
Entre sábanas de Holanda,
Durmiendo a pierna tendida
de la noche a la mañana…

C.- Aventura de los Batanes
D.- Marcha triunfal de la servidumbre a los duques de don Quijote.
Hasta aquí nuestras noticias.

Ahora bien, tratándose de Chapí, que se encuentra actualmente en el admirable apogeo de sus facultades no es mucho aventurar que la obra que nos promete ha de ser muy hermosa.

El Liberal, 22-01-1891, p.2

Desgracia en la familia de Chapí

A causa de la reciente desgracia de familia que acaba de sufrir nuestro querido amigo el eminente compositor Ruperto Chapí, no podrá terminar la pieza de concierto que se había comprometido a escribir para el último concierto que se da esta temporada en el teatro Real, por la sociedad que dirige el maestro Mancinelli.

La Correspondencia de España, 12-03-1891

Luis Mancinelli, director de la Sociedad de Conciertos de Madrid e inicio de la temporada 1891 en el Teatro Real

La Sociedad de Conciertos de Madrid nombró director a Luis Mancinelli, conocido músico italiano autor de Cleopatra y que contaba con una reputación. En los primeros días de 1891 expuso sus vastos planes en el cartel de abono que se realizó.

Entre otros apartados, indicaba que daría a conocer al público madrileño varias obras desconocidas en Madrid, algunas para orquesta y coros, entre los que citaba una nueva composición sinfónica del maestro Chapí, titulada Los Gnomos de la alhambra.

El ambiente más recogido del regio coliseo (Teatro Real) daba a ganar artísticamente al espectáculo. La temporada debía comenzar en la primera quincena de Enero y el Teatro Real ofrecía al público mayores facilidades de calefacción y comodidad que el del Príncipe Alfonso.

El abono realizado por la Sociedad superó al de la anterior temporada. Comenzaron los ensayos con gran actividad  y los profesores estaban dominados por que el entusiasmo que les transmitía Mancinelli.

El concierto de inauguración fue un verdadero acontecimiento. Cuando se verificó en 1889, la coronación de Zorrilla en Granada, abrió el Liceo de aquella ciudad un Concurso musical para premiar el mejor poema sinfónico que se presentase, inspirado en Los Gnomos de la Alhambra, del gran poeta.

El jurado nombrado al efecto, y del cual formaba parte el maestro Bretón, desechó las obras presentadas, entre las cuales se hallaba una leyenda original del maestro Chapí, el músico más aplaudido y popular hoy en España.

Sabedor del caso Mancinelli, pidió al autor de La Tempestad la obra rechazada por el Jurado granadino, la examinó, prendóse de ella, y con el beneplácito entusiasta de la Sociedad de Conciertos, dispuso que figurase en el programa de inauguración.

Los Gnomos de la Alhambra, leyenda de Chapí, aparecieron en efecto, en la primera parte del concierto de inauguración, precedido de la Obertura en do de Foroni y seguido de la escena final de Tristán e Isolda (Muerte de Isolda), de Wagner.

Del ruidoso éxito que obtuvo la obra de Chapí, de los comentarios a que dio margen la incalificable torpeza del Jurado de Granada y de las consecuencias lamentables para dicho tribunal artístico, que acarreó la conducta de éste, después de la victoria de Los Gnomos de la Alhambra, me he ocupado extensamente en un folleto que remito a los lectores.

Basta a mi propósito hacer constar que la inauguración de la temporada de la Sociedad de Conciertos de Madrid, bajo la dirección de Luis Mancinelli, constituyó un memorable triunfo para el arte nacional, representado por el más laborioso y admirado de sus cultivadores modernos.

Gracias a Mancinelli, el público de Madrid pudo conocer y saborear las bellezas de una obra, nuevo florón de la corona artística de Chapí, que de otra suerte, y merced a la supina ignorancia de un Jurado, habría permanecido en la oscuridad sabe Dios por cuánto tiempo.

Tal fue el primer concierto del año presente y tal el debut de Mancinelli como director de la Sociedad: cinco piezas repetidas y una serie no interrumpida de entusiastas ovaciones.

La primera sinfonía de Beethoven, La muerte de Isolda y la Kaiser March de Wagner, la Danza Macabra de Saint Saëns, Los Gnomos de la Alhambra de Chapí y la Balada y Polonesa de Wieuxtemps.

Este primer concierto daba idea de la calidad musical que se iba a interpretar en la temporada.
Es interesante destacar que en la primera parte del tercer concierto, nuevamente se interpretó Los Gnomos de la Alhambra, de Chapí.

Esta segunda audición de la leyenda musical del popular maestro le proporcionó una ruidosa ovación, mayor aún que la obtenida en el primer concierto.

Repetidos los tiempos primero y segundo, Chapí tuvo que presentarse al público varias veces al terminar la ejecución de la obra, y recibió una preciosa corona de plata con expresiva dedicatoria, como recuerdo de admiración y afecto de la Sociedad de Conciertos de Madrid, de su presidente el eminente maestro Arrieta y de su director Luis Mancinelli…
Antonio Peña y Goñi

Revista Contemporánea, 30-03-1891; Año XVII, Tomo LXXXI, Volumen VI

Estreno de El Milagro de la Virgen en Salamanca

Se informa del estreno, en el teatro del Liceo, de la zarzuela en tres actos y cinco cuadros, en prosa y verso, origina de Mariano Pina y música del maestro Chapí.

Precio de una peseta y la hora de comienzo a las ocho y media.

El Fomento; diario de Salamanca, 10-04-1891

Más sobre la temporada de 1891 y el rotundo éxito obtenido por Chapí con Los Gnomos de la Alhambra

…De la leyenda  musical de Chapí Los Gnomos de la Alhambra, ejecutada por tercera vez en el segundo concierto de Sarasate, se repitió, además de los de costumbre el último tiempo, lo cual no había ocurrido antes
.
Resulta pues, que, lejos de disminuir el éxito de la obra, fue en aumento hasta el punto de repetirse, en medio de unánime entusiasmo, los tres tiempos de que consta la leyenda musical de Chapí, es decir, la obra entera, desde la primera hasta la última nota.

El público de Madrid ha contestado de esa manera a las ridículas censuras de un Jurado que pretendió inútilmente, con su ignorancia primero, con su soberbia y su despecho después, amenguar el mérito de una obra admirable por todos los estilos y de la cual puede ufanarse, a despecho de fallos pedantescos, el eminente autor de La Tempestad.

En nueve conciertos la Sociedad dio a conocer diez obras instrumentales completamente nuevas en Madrid, siendo una de ellas Los Gnomos de la Alhambra.

…Todo lo dicho representa arte bello, adelanto, progreso, cultura y civilización; es sacudir al público, despertarlo y arrancarle de la preocupación.

Las dos grandes fuerzas artísticas que han mandado a la Sociedad de Conciertos, Emilio Arrieta desde su presidencia y Luis Mancinelli desde su dirección, han caído en buen terreno, han inaugurado una nueva era en la vida de la Asociación…

Mientras la Sociedad de Conciertos de Madrid siga el camino que le han señalado la autoridad, el entusiasmo y el talento de Mancinelli, seré el más ministerial de los ministeriales, porque realizará mi ideal, y trabajando por ella, trabajaré pro domo mea.

El arte es muy grande, los hombres somos muy pequeños, y yo puedo asegurar que las grandezas del arte han sido siempre para mí el más hermoso refugio contra las pequeñeces de los hombres.
Antonio Peña y Goñi

Revista contemporánea, 15-04-1891; Año VII, Tomo LXXXII, Volumen I.

La Leyenda del monje en Murcia

En la noche del sábado se verificó con lisonjero y merecido éxito el segundo estreno de la temporada.

La letra de la zarzuela La leyenda del monje, original de Arniches y de Gonzalo Cantó, joven poeta que de tantas simpatías disfruta en esta ciudad, es en extremo deliciosa y está plagada de chistes de gran efecto y que desternillan de risa a los espectadores. Cantó y Arniches pertenecen al reducido número de los autores cómicos que para hacer reír al  público, no necesitan apelar al recurso de los chistes desvergonzados y de las ocurrencias obscenas. El único defecto saliente que encontramos en esta obrita, es la precipitación con que se desarrollan y llegan a su término llegan a su término las escenas finales de la misma.

La música de La leyenda del monje está a la altura de la letra. Es quizás una de las partituras más  inspiradas que con destino a obras en un acto ha escrito el maestro Chapí. Todos sus números son igualmente agradables, y hay entre ellos algunos como el del relato de la leyenda y el dúo de tiple y tenor cómico, que fueron anteanoche aplaudidísimos y repetidos a petición del público.

También fue objeto de elogios el desempeño que esta zarzuelita obtuvo por parte de todos cuantos en su interpretación tomaron parte. La señorita Fons cantó muy bien el precioso relato y fue objeto de merecidos aplausos también estuvo muy feliz la señora Escobar.  En cuanto a los hombres sobresalió el señor  López que interpretó con mucha gracia su papel, le siguió en orden de acierto el señor Borrás y el señor Aznar también estuvo acertado en el desempeño del suyo.  

Representando obritas en un acto como La leyenda del monje o interpretándolas con el acierto conque esta se ha interpretado, los artistas ganarán más honra y el público quedará más satisfecho.
 B.

Las Provincias de Levante, Murcia, 20-04-1891

Teatro de la Zarzuela: estreno de  El Rey que rabió

Las impaciencias del público, que eran muchas, quedaron anoche satisfechas; y ya repuesta de su indisposición la señorita Soler Di-Franco, pudo verificarse en el teatro de la calle de Jovellanos el estreno de la zarzuela en tres actos titulada El Rey que rabió, letra original de los señores Ramos Carrión y Vital Aza  y la música del maestro Ruperto Chapí.

Como ocurrió con La Tempestad, primero y después con La Bruja, desde que Ramos Carrión y Aza comenzaron a planear la obra estrenada anoche, el público empezó a hablar de ella; y no habían los autores llegado al final de su trabajo y ya en los círculos literarios, en las tertulias de los cafés y hasta en las columnas de los periódicos se hacía comentarios y se adelantaban juicios, que anoche quedaron plenamente justificados. Privilegio éste del que solo disfrutan, aparte de Echegaray y con sus dramas, los dos populares escritores a quienes el repertorio español debe tantas y tantas producciones, y el insigne músico que a tanta altura ha colocado su reputación.

Prueba de sobra hemos dado de no llevarnos nunca de entusiasmos infundados, como nunca tampoco –al menos así lo creemos- nos hemos permitido formular juicios que no han sido sancionados por la opinión general, no ha de considerarse, pues, por nadie de exageración el que digamos  que la obra representada anoche por vez primera en la Zarzuela, ha sido lo que los franceses llaman un grand succés, y que aquí en España recibe con frecuencia el nombre de acontecimiento teatral.

Acontecimiento teatral, sí. Pocas veces este calificativo podrá apropiarse con más oportunidad ni justicia, tratándose de una obra, como ahora al hablar de la nueva zarzuela de Ramos, Aza y Chapí.
En El Rey que rabió hay de todo. Ingenio, talento, gracia, inspiración, maestría, cuanto puede encontrarse en una obra que deleita al público durante tres horas.

El congregado anoche en el teatro de la Zarzuela no podía ser más numeroso. Basta con decir que hace cuatro días estaban vendidas ya, no solo todas las localidades, sino hasta la última entrada general, y a precios sumamente elevados.

Hay que convenir en que el género bufo vuelve a tomar carta de naturaleza en nuestra escena, y que los autores, actores y empresas parece van poniéndose de acuerdo para resucitar aquellas glorias que tanta fama y provecho valieron a Arderius.

Así lo han comprendido los autores de El Rey que rabió, conocedores como ningunos otros de los gustos y exigencias del público, que anoche les tributó una de las más grandes y entusiastas ovaciones que hemos oído.

El argumento de la nueva zarzuela es muy original, completamente cómico, y su desarrollo está hecho de mano maestra.

Trátase de un monarca joven y guapo, que al subir al trono desea conocer minuciosamente las necesidades de sus súbditos, y para ello concibe el propósito de realizar un viaje por su reino, disfrazado de modo que no pueda su presencia infundir sospechas en ninguno de los pueblos y aldeas que piensa visitar.

Su Consejo de ministros se opone a plan tan extraño: pero el Rey amenaza con la destitución del Gabinete, y entonces los ministros, encariñados con las carteras como sagastinos después de larga oposición, acceden a los deseos del Soberano, que, acompañado del ministro de la Guerra, emprende su extravagante peregrinación.

Aquí empiezan las aventuras del Monarca, graciosísimas todas, y en la primera aldea que visita se enamora perdidamente de una encantadora joven, a la que promete llevar al altar tan pronto como obtenga la licencia de soldado.

El Rey sienta plaza y entra a servir en un regimiento, después se disfraza de segador y continua su viaje, lleno de peripecias mil, hasta que cansado ya de vida errante y accidentada, regresa a su palacio; hace ir a él a la aldeana de quien se enamoró y premia su amor casándose con ella.

Los cortesanos, que ignoraban el paradero del Rey, le buscaban por todas partes, llegando a confundir con el Soberano a un joven campesino, que al verse objeto de las persecuciones de aquellos, se refugia en una casa de labranza, donde el guardián de ella le acaricia con unos cuantos mordiscos.

Los cortesanos entonces conducen al supuesto Rey a la Corte y se apoderan del perro para que los veterinarios reconozcan si se encuentra hidrófobo.

Como es consiguiente, al final se descubre el enredo y la obra halla su desenlace de la manera graciosa, en que se desenvuelve toda ella.

Imposible es referir todas las peripecias, equívocos y chistes que abundan en esta zarzuela admirablemente escrita, presentada con gran lujo y propiedad, y cuyo éxito ya lo dijimos al principio, ha sido verdaderamente ruidoso.

La música es lindísima, digna del gran compositor que tantas y hermosas producciones ha dado al teatro.

Las decoraciones, pintadas por Luis Muriel y Amalio Fernández, magníficas. El vestuario, lujosísimo y elegante.

La interpretación no dejó que desear, sobresaliendo en sus respectivos papeles la señorita Soler Di-Franco, la señora Fabra, que estaba guapísima, Berges y Banquells, que hizo un general a la perfección.
Todos ellos fueron muy aplaudidos y compartieron con los autores de la obra, los honores del proscenio.

El Rey que rabió se representará, de seguro, tantas veces como salieron a escena Ramos Carrión, Aza y Chapí, es decir, mil y una noches y para la empresa ha de ser el manantial inagotable de la temporada.

La Libertad, 21-04-1891

El Fomento, de Salamanca, en su edición del 02-05-1891 publica una crónica del citado estreno firmada en Madrid, con fecha 29-04-1891 por Rafael Rubio y aparte de coincidir plenamente con el artículo anterior, indica que El Rey que rabió es a todas luces, una verdadera sátira político-humorística, y que a pesar de sus alusiones engalanadas por la gracia del oportuno chiste, no por esto se le puede negar que siempre se circunscribe dentro de los límites de la discreción. Encierra, además, una especia de filosofía en cuanto al fondo, que la hace mucho más agradable, sin olvidar que es presentada bajo un concepto, que le da alguna más estima, que es en lo festivo y alegre como se desarrolla.

Los Gnomos de la Alhambra, leyenda musical del Maestro Chapí

Con dicho título figura un interesante artículo firmado por Manuel Manrique de Lara, del que extraemos algunos de sus párrafos, centrados en la figura del maestro Chapí:

“…La música palpitaba en el poema de Zorrilla y sólo faltaba el genio revelador que le diese forma, traduciendo en notas los rumores, las canciones en ritmos, en acentos melódicos el lenguaje de los silfos y las ondinas y sujetando a entonación y medida la confusión la confusión bulliciosa descrita por el poeta. Más para acometer esta empresa, cuya mayor gloria estaba en la fidelidad de la interpretación, se necesitan cualidades que pocos compositores, acaso ninguno en la época presente, reúnen con la ponderación precisa para darle el feliz término alcanzado0 por el más ilustre representante de la moderna escuela española: por Ruperto Chapí.

…En los seis días transcurridos del 10 al 16 de mayo de 1889 pudieron ser compuestas y escritas las cincuenta páginas que ocupa la partitura en los borradores que tengo a la vista al trazar estas líneas. Por la escasez de tiempo que tenía Chapí, ya que la obra tenía que estar en Granada el 20 de mayo, límite fijado para la admisión en el concurso abierto con motivo de la coronación de Zorrilla, no había otro medio que renunciar al boceto y aun al dibujo, empezando a trazar las pinceladas de color…

La leyenda musical Los Gnomos de la Alhambra, improvisación genial donde Ruperto Chapí ha sabido encontrar las bellezas que aun después de profunda meditación pocos compositores alcanzan, es algo más que una concepción musical admirable. Es la prueba del misterioso encadenamiento y del indestructible engranaje con que están unidas la poesía y la música, merced a la cual se verifica la transmigración del espíritu que late en los versos de Zorrilla a las notas de Chapí, como si el poeta de las leyendas fantásticas legase el cetro de la poesía en manos de un artista más joven y de un arte cuyo poder empieza donde acaba el pensamiento y la palabra.”
MANUEL MANRIQUE DE LARA
La Ilustración Artística; Barcelona, 03-08-1891

Junta Directiva de la Asociación general de profesores de orquesta

En el teatro de Eslava, cedido galantemente por su propietario, don Bonifacio Eslava, se ha verificado esta tarde la Asociación general de profesores de orquesta de Madrid, con objeto de nombrar junta directiva.

Por aclamación y con el mayor entusiasmo fue nombrado presidente el eminente maestro don Ruperto Chapí, y en votación resultaron: ara vicepresidente, Fermín Ruiz; secretario general, Julio Nieto; ídem de actas, Julio Asensio; contador, Enrique Cantos; contador auxiliar, Florencio Vidal; tesorero, Francisco González, ídem auxiliar, Pascual Fañanás; y vocales, Manuel González, Hierro, Font, Castro, Chillida y Duque.

La Correspondencia de España, 14-08-1891

Vacantes en el Jurado del teatro Real

Han sido nombrados para la temporada actual  Emilio Arrieta, Ruperto Chapí y Valentín Zubiaurre.

La Correspondencia de España, 23-10-1891

Zarzuela sorpresa

Ayer fue leída y entregada por su autor a la empresa del teatro de la calle de Jovellanos, una zarzuela en tres actos y cuatro cuadros, para la que el eminente músico Ruperto Chapí está escribiendo la música.

En la próxima semana comenzarán en aquel coliseo, con gran actividad, los ensayos de dicha zarzuela, que será puesta en escena con verdadero lujo.

El reputado escenógrafo Amalio Fernández tiene ya hechos los bocetos de cuatro grandes y preciosas decoraciones que para la obra ha de pintar.

La Correspondencia de España, 12-11-1891

Comisión para la preparación del IV centenario del descubrimiento de América

En la Sociedad Nacional Cooperativa Benéfica e Instructiva, carrera de San Jerónimo, 28, quedó ayer constituido el jurado de músicas y orfeones, compuesto de los señores Manuel Fernández Caballero, Dámaso Zabalza, Antonio Llanos, Manuel Nieto, Emilio Serrano, Luis Carmena, Tomás Bretón, Miguel Marqués y Antonio Oller, habiendo sido elegido presidente Ruperto Chapí y secretario Javier Jiménez Delgado.

Dicho concurso tendrá lugar el año próximo, con motivo de las fiestas del cuarto centenario del descubrimiento de América.

También el sábado 21, a las nueve de la noche, se celebrará una reunión para constituirse el directorio que ha de llevar a cabo las fiestas proyectadas por esta sociedad, con motivo del cuarto centenario y de cuyo directorio es presidente José Canalejas y Méndez.

La Correspondencia de España, 16-11-1891

El Milagro de la Virgen

TEATRO-CIRCO. Un verdadero éxito constituyó para la compañía de zarzuela que dirigen los señores don Andrés López y don  Luis Reig, la representación de El milagro do la Virgen verificada la noche de anteayer ante público numeroso y escogido.

 La preciosa partitura quo escribiera Chapí para la producción dramática de Pina Domínguez, fue magistralmente interpretada por la señora Ferrer y el tenor Navarro.

 Ambos protagonistas, hicieron prodigios, cantando con excelente afinación, gusto y valentía todas las piezas.

La señora Sola muy bien en su papel; Navarro, López y Borrás perfectamente, y discretas la Millanes, Galinier y Corona.

Los coros y orquesta a gran altura, bajo la inteligente dirección del señor Reig que merece todos los elogios, como aplausos obtuvo, juntamente con los artistas, que especialmente en el final del acto segundo los arrancaron frenéticos del auditorio.

El Eco de Cartagena, 28-12-1891