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Villena - Recuerdos de las procesiones de Domingo de Ramos en la parroquia de Santiago
Archivo: Centro de documentación local Veliusycía.
Apuntes acerca del convento de Monjas Trinitarias de Villena
En Villena, en 1524, existía una iglesia
dedicada a la Santísima Trinidad y al año siguiente, junto a ella, se fundó el Monasterio de la
Santísima Trinidad por las piadosas villenenses Doña Leonor Estevan y su hija
Juana Martínez.
Los tres primeros hábitos fueron para
Leonor Estevan, Juana Martínez y Luisa Mergelina. La primera priora fue la
fundadora, Madre Leonor, quien dio un gran impulso a la comunidad. Dicho convento,
desde su fundación, estuvo bajo la jurisdicción de los Padres Trinitarios
Descalzos hasta que, en 1675, pasó a la jurisdicción del Ordinario.
En el año 1535 falleció Leonor Estevan,
concretamente el día de la Santísima Trinidad. Fue nombrada prelada su hija
Juana Martínez, quien fallecería quince años después, en 1550 y fue enterrada
junto a su madre en la iglesia del convento.
En la Relación de Villena de 1575 encontramos datos de carácter religioso muy interesantes y que vamos a detallar
a continuación:
En la pregunta 11 se indica que Villena
es del Obispado de Cartagena y que la catedral reside en la ciudad de Murcia y
que hay desde esta ciudad a ella catorce leguas por derecho camino. Se indica
también que es cabeza de arcedianato y entran en su jurisdicción las villas de
Almansa, Yecla y Sax.
Las
contestaciones a la pregunta 38 son muy extensas, si bien nos vamos a
referir a las comunidades religiosas citadas.
Primeramente nos encontramos con la
existencia de una iglesia ermita de la Santa Ana que es de los Franciscanos
Descalzos. La obra de dicha iglesia la inició Don Martín de Selva, Deán
-presidente del Cabildo-, que fue de la catedral de la santa iglesia de Cartagena.
Respecto a las monjas Trinitarias se
indica que hubo en esta ciudad una mujer muy señalada de gran virtud y santa
vida; estuvo casada y de su legítimo matrimonio tuvo una hija, Juana Martínez.
Leonor, que así se llamaba, con sus
propios bienes, en el año 1515, comenzó a edificar una casa y monasterio de
monjas de la Santísima Trinidad y las dos, madre e hija, ingresaron en él.
Para finalizar las contestaciones de la citada “Relación” vamos a referirnos a
la pregunta 53 y nos indica que en la ciudad de Villena hay un monasterio de
monjas encerradas de la orden de la Santísima Trinidad con treinta religiosas,
que se empezó a fundar en el año 1515, por una mujer natural y vecina de
Villena que se llamaba Leonor Estevan,
la cual se casó y posteriormente enviudó y tenía una hija doncella llamada
Juana Martínez.
Con sus propios bienes, industria y
trabajo comenzaron a obrar e hicieron la iglesia y monasterio. Ingresaron en el
mismo la madre y la hija y se indica que era un devoto monasterio de religiosas
de santa y perfecta vida y de fama y de veras se sirve en él a nuestro señor Dios.
Se sustentan con trabajos de sus manos y
con limosnas y rentas de los patrimonios y dotes que llevan las monjas que
entran en dicho convento.
Finalizan las contestaciones a dicha
pregunta con la descripción, a un tiro de ballesta apartado de la ciudad, hacia
oriente, de un monasterio de frailes descalzos franciscanos, en el cual hay de
ordinario siete u ocho frailes, siendo dicha casa la ermita de Santa Ana.
Nuevamente tenemos noticias del citado
convento en el “Interrogatorio del Proyecto de Única Contribución del Marqués
de la Ensenada” por Villena en 1755 y en la pregunta 39 se indica que uno de
los dos conventos que están dentro del casco urbano es el de las Religiosas
Trinitarias Descalzas y que cuenta con veinticuatro profesas, dos novicias y cinco
legas.
Tras finalizar la Guerra Civil y estar totalmente destruido el convento de las Trinitarias, que estuvo situado en la calle Trinidad nº 13, la Madre Superiora Concepción Galbis Milán -natural de Villena-, compró una casa al lado de la iglesia de “Los Congreguistas” -antigua Congregación de San Felipe Neri-, que es el edificio que está a la derecha, mirando de frente a la iglesia.
Esa casa era propiedad del Obispado. Hicieron
las correspondientes reformas para vivir
allí y se acondicionó la iglesia -en guerra fue depósito de víveres y mercado
de abastos- y hasta 1948 fue parroquia de Santa María.
En aquel entonces vendieron el antiguo
solar de la calle Trinidad por 100.000 pesetas y adquirieron el huerto que daba
a la calle Ferriz y plaza del Rollo por
65.000 ptas.
La primera obra que realizaron en dicho
convento fue la construcción de varias celdas.
Como en la casa que habían comprado al obispado
había mucha humedad y no era recomendable su estancia allí, con el
asesoramiento de una comisión de villenenses que se nombró al efecto, acordaron
construir un nuevo convento en la parte soleada del huerto, cuya puerta
principal da a la Plaza del Rollo.
La obra nueva comenzó el 16 de
septiembre de 1974 y al año siguiente se concluyó la primera fase, siguiendo
después con la planta baja, la portería y la casa de los demandaderos. A los
dos años las obran finalizaron.
El traslado de la Comunidad al nuevo
convento se llevó a cabo el día 13 de noviembre de 1976, fiesta de los Santos de la Orden y se abrió
al público el 30 del mismo mes.
La obra se completó con un panteón en el
huerto, la nueva sacristía, la piscina del huerto y la instalación de motores
de agua para el mismo.
El alma de toda esta obra fue la Ecónoma
de la Comunidad, Desamparados Machuca Trigo, - ya fallecida- y a
la que tuve ocasión de visitar en varias ocasiones por motivos laborales.
El nuevo convento fue bendecido por el
Obispo de entonces, don Pablo Barrachina y Estevan y como arcipreste de Villena ostentaba
el cargo don Arsenio Irigoyen Urtasun, párroco de Santiago.
Tras este resumen general, continuamos con otra crónica, relacionada con el citado convento, escrita por el cronista de los Padres Trinitarios, Martín Olabarri Zurinaga, en 1978 en el libro Historia de las Trinitarias de Clausura, bajo el título: En un sosegado silencio.
En el capítulo XV describe la fundación del convento
de la Santísima Trinidad de Villena, desde sus inicios en 1524 hasta 1976. La
detallada descripción figura entre las páginas 319 y 346 de dicho trabajo.
Del citado libro, plasmamos una
selección de sus textos, resaltando los aspectos que hemos considerado más
interesantes del contenido de las páginas citadas.
“En la ciudad de Villena, muy Noble, Antigua y Leal
Llave de Castilla, que la divide del Reino de Valencia, el día 22 de mayo de
1524, fiesta de la Santísima Trinidad, el Obispo de Lisia, don Juan de Tapia,
sufragáneo del obispo de Cartagena, el cardenal don Mateo de Langa, otorgó a
todos los fieles que visitasen la ermita que se hallaba en el centro de la
ciudad, el día de la Santísima Trinidad y todos los días del año y ofreciesen
sus limosnas para la obra de la misma, cuarenta días de perdón. Celebró la
santa Misa a la que asistieron distinguidos Clérigos y Caballeros de la ciudad.
En fe de ello, lo firma por mandado del obispo, Agustín Montial (P.M. fray
Fernando Torquemada, folio 266 y siguientes).
Esta fue la iglesia de la Santísima Trinidad, junto a
la cual se fundó el Monasterio de las religiosas Trinitarias de Clausura y en
la que celebran su liturgia. La fundación fue milagrosa, porque la piadosa
señora Leonor Estevan y su hija Juana
Martínez se resolvieron a fundar un monasterio de religiosas y consagrarse a
Dios en el estado religioso y dudaban sobre la religión que elegirían. Entonces
se dedicaron a la oración para conocer la voluntad divina y vieron un día que
de un hermoso globo de luz salían tres resplandores iguales, y como dice San
León Papa de la estrella de los Magos, con la señal les dio inteligencia de la
religión, de la Stma. Trinidad y de las religiosas Trinitarias. Como la ermita
de la Stma. Trinidad estaba en buen sitio para convento y en ella lo fundaron…
Quedó toda la ciudad satisfecha del buen obrar de la
madre y de la hija. Con lo cual y las razones tan ponderadas de Luisa de
Mergelina, puso por obra la fundación del Convento y Luisa empeñó a sus padres
y hermanos a coadyuvar en el intento, y los ya reconciliados pusieron también
sus diligencias y esfuerzos y dieron por compañeras a sus hermanas e hijas y se
fundó en la ermita de la Stma. Trinidad, el año del Señor de 1525 y se colocó
el Santísimo Sacramento y los tres primeros hábitos que se dieron fueron a
Leonor Estevan, Juana Martínez y Luisa Mergelina, y en breve se formó una
Comunidad, porque toda la población acudió a ayudar a la fábrica y las
religiosas, que en él se han consagrado en todos tiempos, han dado grande y
suave olor de virtudes (apuntes facilitados por P.M. fray Sebastián Cerdán,
hijo de Villena, lector del convento de Murcia. Copia de los escritos del P.M. fray
Domingo López, Cronista General de la religión de la Stma. Trinidad. Envió esta
copia a Villena el 3 de octubre de 1732)…
El convento estuvo desde su fundación bajo la
jurisdicción de los Padres Trinitarios Calzados, hasta que en el año de 1675
pasó a la jurisdicción del Ordinario”.
Respecto a lo acontecido durante la República de 1931 y la guerra civil de 1936 a 1939, indica lo siguiente:
“El año 1931, al declararse la República, las religiosas fueron arrojadas del Monasterio y éste fue incendiado. Algunos señores de la ciudad pudieron sofocar el incendio. Las monjas estuvieron exclaustradas hasta el año 1935, en unas casitas cedidas por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, lindantes con el convento trinitario.
Peor suerte les cupo el año 1936, porque iniciada la
guerra civil se vieron precisadas a escapar por las conejeras del convento, que
lindaban con el huerto del Asilo de las Hermanitas. Por allí salvaron también
la custodia, algunos ornamentos y el armonio que tienen en la actualidad, Era
Priora la Madre Concepción Galbis Milán del Stmo. Sacramento, que sufrió
muchísimo, porque la sacaron de su casa con otra religiosa también de Villena y
estuvieron encarceladas dos días y sufrieron muchos insultos y vejámenes con su
familia y otra hermana suya, María Josefa, que a la sazón era postulante del
mismo convento y hoy es religiosa.
Fueron
respetadas las Hermanas que se refugiaron en el Asilo y en él falleció una
Madre que había sido Priora. El convento fue destruido completamente en 1936 a
consecuencia del fuego.
Al
terminar la guerra civil, la Rvda. Madre Concepción, Priora, compró una casa
junto a la iglesia de los Congreguistas (Congregación de San Felipe Neri),
propiedad del Obispado. Se hicieron algunas reformas para la vida de la
Comunidad. Se acondicionó la iglesia y se la habilitó para parroquia de Santa
María, de la ciudad, ya que el edificio de ésta no pudo servir de parroquia
hasta pasados ocho años. Esta iglesia de las Trinitarias está cedida a la
Comunidad por el Obispado, mientras permanezca el Convento junto a ella.
A fin de
comprar el huerto contiguo al convento, se vendió el solar del anterior
Convento, por el que se pagaron 100.000 pesetas y el huerto costó 65.000. Con
el resto se edificaron algunas celdas en la parte del mismo huerto. Las obras
no se terminaron porque falleció repentinamente la Priora M. Concepción el 9 de
septiembre de 1946, en el mismo momento en que se llevaba a la Virgen de las
Virtudes a su santuario. Acaba de oír misa y comulgar.
Fue
elegida Priora la Madre Carmen Quílez y el día de San Pedro Apóstol de 1947,
puso la clausura Papal. Y se siguieron las obras lentamente a causa de las
privaciones propias de la posguerra. No obstante, la casa tenía mucha humedad y
por algunas partes amenazaba ruina. Se hizo una terraza para salvar la
enfermería, pero el informe del arquitecto era contrario a habitar dicha casa por
su insalubridad.
Se pensó
mucho sobre la conveniencia, según el arquitecto de hacer, de hacer un nuevo
Convento en las afueras de la ciudad, incluso se salió a ver algunos terrenos;
pero les costaba a las religiosas dejar el actual. Después de meditarlo mucho
se decidió pedir ayuda moral y técnica a varios señores bienhechores y se
acordó formar una Comisión de Caballeros, aunados con la Comunidad y con el
Arcipreste de Villena.
Con la
venia del Obispo, el parecer de la Comisión y el voto unánime de las monjas, se
decidió vender la parte principal del convento, hacer otro nuevo en la parte
soleada del huerto, con la entrada principal por la parte contraria a la
iglesia. Se vendió otra finca, legado de doña Luisa Quintana, unos metros de
terreno del huerto y la parte delantera del Monasterio. También contribuyeron
con sus limosnas varios bienhechores, pero de manera especial las Carmelitas
Descalzas de Clausura, a las que deben agradecimiento eterno las Trinitarias.
Se comenzó
la nueva obra el 16 de septiembre de 1974 y al año siguiente se concluyó la
primera fase, siguiendo después con la planta baja, la portería y la casa de
los demandaderos, y a los dos años se dio por terminada. Y el Sr. Obispo de la
diócesis, don Pablo Barrachina, la bendijo acompañado del Arcipreste don
Arsenio Irigoyen Urtasun, el Director del Colegio Salesiano, los sacerdotes y
demás miembros de la Comisión con sus respectivas señoras y bienhechores con
las Religiosas. Asistió también el P. Juan Luis Losada, Delegado de la Orden
Trinitaria para las Religiosas de Clausura…
El traslado
de la Comunidad al nuevo convento se llevó a cabo el 13 de noviembre, fiesta de
todos los Santos de la Orden y se abrió al público el 30 del mismo mes, festividad
de Cristo Rey, del año 1976.
El alma de
toda esta hermosa obra fue la Ecónoma de la Comunidad, Madre Desamparados
Machuca Trigo, que sigue complementándola con la nueva sacristía, la bella
piscina del huerto y la instalación de los motores para el riego del jardín del
monasterio”.
Las religiosas que habitaban en el convento en 1976 eran:
Sor María Josefa Galbis Milán, en religión de San Miguel de los Santos, natural de Villena.
Sor María del Carmen Machuca Trigo, de los Desamparados, natural de Madrid.
Sor María Virtudes García Meseguer, de San José, natural de Molina de
Segura.
Sor Genoveva del Espíritu Santo, Fernández González, de Alguazas.
Sor Ángeles del Patrocinio, de la Ossa Ruiz, de Cehegín.
Sor Virtudes de la Trinidad, Serra Valor, de Villena.
Sor Josefina de la Inmaculada, Disla Román, de Yecla.
Sor Vicente del Sacramento, Ramírez Cantó, de Villena.
Sor María Regina González Cuesta, de La Gineta.
Sor Beatriz Amorós Martínez, de Villena.
Sor Angelines del Santísimo Sacramento Vilar Ramírez, de Villena.
Edificio que se construyó sobre el convento que se instaló en 1940. Año, 2022.
Detalle del patio, 2023.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS PARA LA REALIZACIÓN DE ESTE ENSAYO SOBRE LAS HERMANAS TRINITARIAS DE VILLENA
Candelas orgiler, Ramón. Las ermitas de la provincia de Alicante. Diputación Provincial de Alicante, Alicante, 2005.
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LÓPEZ HURTADO, CÉSAR. Villena Roja 1936-1939. Represión de Guerra y Posguerra. M&C Publicidad. Villena, 2010.
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“Sencillamente las labores de toda ama de casa; administrar su huerto, confeccionar prendas, bordar, planchar de forma primorosa, como se deja ver en el ropero de <Nuestra Morenica> y ornamentos de instituciones religiosas y como obligación primordial dedicarse a la <Oración>, siguiendo la línea de Jesús…”
SÁNCHEZ HUESCA, JOAQUÍN. La huella franciscana en Villena, la Cuaresma, Semana Santa, Viacrucis y las Pascuas., Villena 2019.
SANTA TERESA DE, Josef; Cronista general de la Reforma Ilustrada. Vida y Virtudes de Santa Teresa de Jesús. Murcia, 1791. Milagro realizado por la Santa Teresa en la iglesia de la Congregación de Villena, sede de las Monjas Trinitarias.
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Páginas web:
http://www.villenacuentame.com
http://www.eleslabonvilena.com
https://www.escuadrasalvajes.com/articulo/imprimir/el-convento-de-la-santisima-trinidad-de-villena
Archivo fotográfico: Centro de documentación Velisycia.
1954 MIRADAS RETROSPECTIVAS "CARNAVAL"
Dibujo de Pepe Menor |
Hacía
muchos años que no había presenciado las fiestas del Carnaval en Villena; como
siempre ocurre, guardaba de estos festejos la impresión producida en la
infancia y un grato recuerdo de su algarabía callejera. Los tipos más
estrafalarios iban y venían por la Corredera en aquellas tardes tumultuosas a
las que me refiero, constante la primera guerra europea del siglo. La posada
del Sol, con su gran umbral de entrada de carros junto al que se sentaba el tío
Zumba, posadero bonachón y sonriente; su zaguán amplísimo y su desbordante
patio interior.
Era
como un túnel misterioso al que desembocaban las máscaras que venían desde la
puerta Almansa y de las altas y pedregosas calles que serpentean hacia el
castillo. Allí se formaban corros y se asociaban los disfraces— pues para
aceptar el ridículo precisa la cooperación—, y después era el discurrir con
risotadas y algarabías por la ancha y señorial Corredera. Deambulaban aquellas
máscaras; iban y venían hasta la Fuente de los Burros; se detenían y hacían mil
gracias frente a la marquesina del Villenense, y, de paso, herían a veces con
frases de ingenio la natural y pacífica distracción de los moradores de la
Corredera. Era la época de doña Ángeles Ritas, ingeniosa dama de fácil
ocurrencia; de don Emilio López; de los Callosinos; de don Vicente Orellana; de
don Rafael Selva, con su blasonada casona; de los Fernández de Palencia; del
cabo Antón; de don Antonio Marín, maravilloso poeta, con figura benaventiana,
bondad sublime y extraordinaria y fina sátira; de Paco Pérez, inagotable
ingenio en las bromas y en los disfraces; de las Gemelas, exquisitas y finas,
siempre atildadas; de don Antonio Cerdán y don Remigio López; de toda una
sociedad, en suma, hoy en gran parte desaparecida, que representó una época
interesante en el pueblo y en los afanes de Villena.
Los
festivales del Villenense, exornado muy al gusto de la época, con su gran salón
de piso entarimado y su biblioteca, presidida por los retratos de don Joaquín
María López y don Ruperto Chapí; con sus sofás tapizados en rojo y sus
tertulias interminables. El cine único, el Artístico, en el Paseo, con su
entrada de café en primer término; sus salones de billares después, y su local
incómodo de bancos de madera y el griterío espantoso de las tardes domingueras
con la entrada de la chiquillería, a cuyas sesiones precedía siempre el cambio
de estampas de la guerra en el paseo de Chapí.
Todos,
todos estos recuerdos—a vuela pluma reflejados—, vinieron a nuestra memoria al
volver después de los años al carnaval de Villena; hoy encerrado y marchito en
los casinos, con poco color y alegría callejeras, en este mes de febrero de
almendros en flor y de nostalgias de pretéritas épocas.
Eduardo Solano
Candel, revista anual Villena 1954.