DISCURSOS
PHYSICO-MEDICOS
POLÍTICO
MORALES
QUE
TRATAN SER TODA CALENTURA
Hectica contagiosa, esencia del
universal contagio,
Y medios de precarverlo
AÑADESE
AL FIN
LA
VERDAD VINDICADA
Contra la aparente verdad constante, o
modo de
sacar en limpio el grano de la verdad,
que ha dado
a luz el Dr. Don Juan Caraballo, Medico
en la Ciudad de Murcia.
POR
EL DR. D. FRANCISCO CERDÁN
Médico de la Villa de Montealegre,
Examinador que ha
sido por particulares Comisiones del Real y
Supremo
Tribunal del Prothomedicato.
EN
VALENCIA, M.DCCLII-1752
En la Imprenta de Agustín Laborda,
vive en la Bolsería
A
costa de J.A.M. y M.C.C.
A
DON FERNANDO
GARCIA,
DIAZ DE ALMANSA
D.
EN SAGRADA THEOLOGIA,
Beneficiado,
y Cura propio de la
Parroquial
de Nuestra Señora de la
Asunción,
de la muy Noble, e
Ilustre
Villa de Tobarra
Señor mío: Claro está, que debiera abatir mis elevadas Alas antes, que permitir este desahogo a mi fineza, para no experimentar (como otro Hicaro) escarmientos de precipicio; teniendo la osadía de rendir en holocausto este pequeño parto de mi rudo entendimiento a un Héroe de tanta magnitud; que le sobran bastantes quilates parea paralelarlo con todo el Heroicismo. Ciertamente mi atrevido pensamiento principia por culpa; pero la benignidad de V.M. perdonara el exceso por finalizar en víctima de mi agradecido reconocimiento; pues es evidentísimo; que las singulares honras, que a V.M. debo, me hicieran pasar por el infame nombre de desagradecido, si por pánicos temores de osado omitiera en este corto obsequio sacrificarme rendido. No se maraville V.M. elija esta Navecilla su Patrocinio, pues le fuera difícil surcar el anchuroso piélago de la erudición, ni dar fondo en el Puerto de los Literatos, si el sabonio de la sabonio de la protección de V.M. le faltase; pues es evidentísimo, que escudeada por un Sabio, abatirán su altivez los Aristarcos, y Zoilos, legítimos símbolos de la ignorancia y cerviscosidad.
Es
tan antigua esta máxima de dedicar las Obras a los Sabios y Nobles, que las
merecen, que trahe su origen desde los Oraciones, Plinios, y Auxonios;
realzándose más el Héroe, si a los anteriores dotes se le añade la virtud;
aunque según Eurípides, nunca puede encontrase nobleza entre los malos: Vir optimus non utique effe pofsit
ignovilis. Con que hallándose en V.M. el complexo de todas estas
circunstancias, bien puedo embanecerme encontró esta Obra su proporcionado
Mercenas.
Debe
V.M. y sus heroicos antecesores la pureza de sangre, que los ilustra, a la muy
Noble, a la siempre Leal y nunca bastantemente elogiada Ciudad de Villena,
nuestra amada Patria; cuya circunstancia era suficiente para que cesase en
anatomizar su Genealogía Ilustre: Parecerá hipérbole a los poco noticiosos;
pero para que logren el evidente desengaño, haré un breve diseño de su
antigüedad, Nobleza, Heroicidades, Privilegios, Doscientos años antes que
nuestro Redentor encarnase, ya estaba esta Nobilísima Ciudad fundada con el
nombre de Bigerra, teniendo la honra
después del Nacimiento de nuestro Redentor, y Pasión Santísima, de ser de las
primeras, que abrazaron su Santísima Ley Evangélica; pues a la celebración del
Concilio Iliveritano, anterior a los cuatro Generales, concurrió Sinagio,
Obispo Bigerrense, o de dicha Ciudad, indicio evidentísimo, que en dicha
población, la Evangélica Ley ya estaba propagada.
Y
aunque no han faltado Geógrafos, que a la antigua Bigerra la nombren hoy con el de Vexar, población de Castilla, se
convence la falsedad por Miguel Villanovano, Comentador de Ptholomeo, impreso
en León, año de 1541, el que al folio 33, pone a Bigerra cerca de Tobarra, y
Orihuela a 39 grados de latitud, en los cuales hoy mismo se halla fundada;
siendo así, que Ptholomeo escribió noventa y nueve años posterior a el
Nacimiento de nuestro Redentor. Convéncese mas por el Calepino, que añadió
Paferacio, el que al folio 155, dice: Bigerra…Hispaniae
Civitas est, Saetabis contermina; y nadie ha dudado, que Saetabis fue la
Xátiva, que hoy llaman San Felipe; la que, o fu Reyno esta contigua a esta
ciudad. Pero quien en un todo desenlaza las dudas, es Miguel Antonio Baudrand en su Legicon Geográfico, que imprimió en
París año 1670, cuando al folio 117 dize: Bigerra…est
ipsa Villena, Marchionatus in Reyno Castellae, ab Alonis, 8 lenc. In occ. A
Murcia 12, in Bor. Y al fol. 477 de su segunda parte hallará el curioso. Villena, Bigerra, urbs Castellae. De los
cuales se insiere claramente, que Villena es la antigua Bigerra.
En
el siglo III, en tiempo del Santo Rey Don Fernando, ganó esta Ciudad a los
Moros Frey Don Lope Martin, caballero de la Orden de Calatrava y Comendador de
Alcañiz, con otros de esta Orden, a los que desposeyó el Infante Don Alonso,
hijo del Santo Rey, alegando ser de la Conquista del Reyno de Murcia, que su
Santo Padre ejecutó, quexose la Orden al Papa Inocencio IV, el cual escribió al
Infante restituyese aquella Ciudad a dichos Caballeros, después la obtuvieron
los Infantes Manueles, apellidos Príncipes de Villena, y otros. Las nobles
familias, que la componen no han dexado espacio vacío de sus heroicidades; pues
de ellos; y sus antecesores, están llenas las páginas de las Historias,
sintiendo nobles inquietudes en su corazón al mirar en tantos escudos de Armas
las acciones heroicas, que sus antecesores executaron. Estudiaba entre las
Estatuas Romanas (mudas representaciones de los Héroes), Caton, la virtud: y
preguntado otro, que como no tenía allí la suya, respondió como él mismo: Más
quiero pregunten por qué no la tengo, que por qué la he de tener: dando a
entender en esto, que es necesario no nacer con Nobleza, que degenerando de
ella, ser su afrenta, cosa que jamás he experimentado entre los Nobles de dicha
Ciudad.
Esta
Nobilísima Ciudad fue la que el año de 1464 se incorporó al Patrimonio Real,
proclamando a sus Catholicos Reyes Don Fernando y Doña Isabel; habiendo
ejecutado antes aquella tan celebérrima, y heroica acción de expeler los
Judíos, y nuevamente convertidos, digna de burilarse en láminas de bronces, y
de que yo (en honra de mis amados Patricios) la reproduzca.
Dueños
de dicha Ciudad de Villena eran en el expresado tiempo los Excelentísimos Reyes
Marqueses de este nombre, cuando aun en España se permitían Judíos y Moros;
bastantes habitaban aquella Ciudad, los que Patrocinados del Gobernador
tiranizaban la República, abatiendo y maltratando las Ilustres Familias, que la
componían, las que estimuladas de su noble sangre, no hay duda exclamarían como
otro Mathathías, Lib. I, Machab, cap. 2 contra los que Antiocho patrocinaba:
Quae gens non hereditavit Regnum eius,
regnum eius, non obtinuit spolia-eius? Omnis compositio eius ablata est. Quae
erat libera, facta est ancilla, y se esforzarían, como aquellos Nobles
Sicilianos, que viéndose opresos por la Nación Francesa, con el auxilio del Rey
Don Pedro Tercero, y dirección de Juan Prochita, pasaron a cuchillo a todos los
franceses que habitaban aquella isla, así sucedió, pues sublevándose contra los
Tiranos, degollaron, destruyeron y desalojaron, cuantos Judíos y Conversos
pudieron encontrar. Corre el paralelo tan uniforme en ambas operaciones, que si
allá en Sicilia fue la seña para la invasión el toque de campanas a las
Vísperas de Pasqua de Resurrección, aquí también lo fue añadir dos toques de
campana a las tres, que comúnmente se tocan al tiempo de Alzar a su Divina
Majestad en la Misa Mayor, cuya práctica aun se observa en la Parroquial de
Santa María de dicha Ciudad.
Podrán
acreditarse de limpios, Nobles, Ilustres, heroicos y celosos de la Catholica
Religión los que desciendan de aquellas Magnánimas, Leales y antiguas Familias,
que concurrieron a dicha acción? Nadie puede dudarlo: Pues de los antecesores
de V.M. se enumeran: Juan García de Almania, Alonso García, Bernard García,
Lorenzo García, Ginés García de Medina y Pedro García de Medina, Padre de aquel
Héroe célebre Don Sancho García de Medina, que habiendo servido al Papa
Alejandro VI, bajó a Murcia con la Dignidad de Maestre de Escuelas de la
Iglesia de Carthagena, y fundó la Colegiata Arcedianal del Señor Santiago de
nuestra amada Patria.
También
Fernando Díaz y Francisco Díaz concurrieron a dicha expulsión, como consta de
la Real Cédula de perdón, concedida por los Reyes Catholicos Don Fernando, y
Doña Isabel en Segovia, a 22 días del mes de agosto de 1466. Y que las Familias
de estos apellidos, en especial de los Díaz, han obtenido los honoríficos
empleos de Alcaldes, Regidores, &cc. correspondientes a su antigüedad, se
evidencia por la información, que a pedimento de Bartolomé Díaz se hizo en
dicha Ciudad a 28 de Marzo de 1601 ante Juan Herrero, Alcalde Ordinario, y
Alonso de Medina, Escribano, declarándolo así el Capitán Don Pedro Rodríguez de
Navarra, Alcayde del Castillo y Alférez Mayor de dicha Ciudad, con otros
testigos.
También
por ella se deduce, que los Díaz se enlazaron con los Alvárez y Mellinas; estos
últimos fueron Patronos de la Capilla mayor de dicha Parroquial de Santiago, de
la cual, al trasladar los huesos a la de San Bartolomé se encontraron diversos
cuerpos armados a la manera que se enterraban, y entierran los Cavalleros.
Asimismo consta de el dicho instrumento, que Alonso Díaz Navarro, descendiente
de dicha Ciudad, y vecino de la Murcia, litigó y ganó Executoria de Hijodalgo
en la Real Chancillería de Granada el año 1592, lo que confirma Cascales en los
discursos históricos de Murcia y su Reyno, fol. 361 añadiendo, que dicho Alonso
Díaz fue Procurador en Cortes y juró a Don Felipe III por dicha Ciudad.
Finalmente consta que otra Cédula Real, dada en el Castillo de Garci-Muñoz por
el Infante Don Manuel a 6 de setiembre del año 1383 que fueron alistados para
probar sus Hidalguías Pedro García,
Gonzalo García y Alonso García.
No
han desmerecido por V.M. sus blasones; pues quanto más antiguos los ha mirado,
tanto más ha sido su cuidado el renovarlos, acreditado el enlace, que Don
Francisco García Díaz, Alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición,
Hermano de V.M. tuvo con muchas familias de este Reyno, casando primero con
Doña Catalina Muñoz, Familia muy Ilustre en la Villa de Yecla; y después con
Doña Ana Tomás Avellán y Urrea, de la de Jumilla, hija de Don Francisco Tomás,
Cavallero Hijodalgo, descendiente de los primeros pobladores de Murcia; y por
los Urreas, de la Ilustre Casa de los Urreas de Aragón; no faltando en este
siglo de los Avellanes muchos Ilustres Varones, como lo fueron Don Cosme, Don Juan, Don Pedro, y Don
Francisco Avellán, Cavalleros de la Orden de Montesa.
Ya
dije en el principio de otra Dedicatoria, que solo con ser naturales de Villena
se puede probar la mayor purificación y limpieza de sangre; y no es de admirar
cuando a sus habitadores en la misma Cédula de perdón les fue concedido
privilegio, para que ni en aquel, ni en otro tiempo fuesen admitidos por
vecinos de dicha Ciudad, Moros, Judíos, ni nuevamente convertidos a nuestra
Santa Fe, necesitando cualquier que ha de de sentar su vecindad en ella hacer
constar su limpieza, para cuyo efecto se nombra un Regidor por dicha Ciudad que
informe.
Han
brillado, y resplandecido en hazañas y heroicas virtudes, no solo los
ascendientes de V.M. si no los que en estos tiempos hemos conocido. Sitiado por
el Exercito Imperial se hallaba el Castillo de Villena el año de 1707, cuando
después de un intenso fuego, que duró siete días, el Capitán, que con quarenta
Militares lo defendía, quiso capitular para su entrega y con la mayor lealtad y
animosidad dixeron los Paisanos, que primero habían de perder la vida por
nuestro gran monarca el Señor Don Felipe V el Animoso, que entregarlo; en cuyo
Castillo, y a esta acción se halló el Padre de V.M. y después acompañó al
Eminentísimo Señor Cardenal Belluga a la toma de Onteniente. También Don
Fernando Díaz Osa, tío de V.M. Visitador que en tiempo de dicho Eminentísimo
Señor Cardenal fue de este Obispado, y Cura de esa Parroquial, acreditó su
ilustre ascendencia con lo heroico de sus virtudes, fue propuesto por el
Vicario General del Arzobispado de Valencia en tiempo del Señor Rocaborti, y
electo de Málaga, que renunció, con ese Curato, retirándose a la Congregación
del Señor San Felipe Neri (que es de las primeras fundaciones de España) de
nuestra amada Patria, en donde su virtud y exemplo acreditó su justificación.
Imítale V.M. en sus operaciones, principalmente en socorrer con tanta
repetición y liberalidad a los pobres; pues muchos de esa Villa hubieron
perecido a no ser por el ardiente celo de su caridad.
Mucho
más pudiera alargar la pluma, si no me contuviera la certeza de irritarle; pues
sé, que su modestia y humildad oye estos elogios con tedio; pero debe V.M.
estar asegurado, no le adulo, , pues no refiero cosa, que no pueda manifestar con
verídicos y autorizados instrumentos; no siendo capaz pincel tan grosero, para
delinearlos todos; porque..
Non ergo funt fatis ad tua praeconia laudis
Necmala doce
mea, poterunt tua, cuneta referri.
Y
así, cesando en tanto abismo, solo suplico a V.M. reciba esta pequeña obra por
índice de mi veneración: ella es pequeña, por el Autor de quien nace; pero
grande por la persona a quien se dirige, y si lograse grata acogida, yo seré el
primero que le embidie tanda dicha.
Dios
guarde a V.M. los dilatados años que deseo y he menester.
Montealegre,
y Diciembre 10 de 1751.
B.L.M. de V.M.
Su más apasionado
Don Francisco Cerdán
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